¿Te has preguntado alguna vez cómo se ha creado la crema que te aplicas en el rostro? ¿Cuántos años de investigación y desarrollo hacen falta para que puedas tenerla entre las manos?

Nuestra relación con los cosméticos comienza en la adolescencia y ya no finaliza. Empezamos con los productos antiacné y los protectores solares, después adquirimos los hidratantes y, superados los 30, las cremas antiarrugas.

Poco sabemos sobre la forma en qué estos se desarrollan. Para responder a esta cuestión, viajamos al centro de investigación de la empresa líder del sector. Desde L'Oréal Paris, la compañía de cosméticos más grande del mundo, Laurent Attal, su vicepresidente ejecutivo de investigación e innovación, explica que en su caso la investigación "siempre ha estado en el corazón de nuestro crecimiento, con tres principales fuerzas motrices de la innovación: ingredientes activos, formulación y evaluación".

Desde la casa francesa llevan más de un siglo desarrollando su gama de productos, incluidos sus antiarrugas, con una convicción: "Sólo una investigación sólida puede crear productos de cosmética capaces de generar resultados reales". Para ello, la firma cuenta con más de 3.600 investigadores y colaboradores externos en 17 centros de i+D de todo el mundo. En el caso de las cremas, y más concretamente las antiarrugas, el proceso empieza con la definición de una terminología precisa para describir el perfil sensorial del producto. Después se implementan una serie de pasos: el diseño, la formulación y la calificación para llegar hasta el producto final.

Desde la idea hasta el tocador

Durante la fase de diseño, lo primero es conocer las necesidades del consumidor. El objetivo de las cremas antiedad es corregir las arrugas. Fijado esto, se ponen manos a la obra con los prototipos en los que se identificarán de forma preliminar los posibles ingredientes así como sus concentraciones.

El siguiente paso, es la formulación. Una crema antiarrugas está formada por dos tipos de componentes: los principios activos –que son los ingredientes, como las vitaminas, encargados de aportar los beneficio– y los excipientes –como la glicerina, que son los que se convierten en los 'vehículos' que permiten a los principios activos alcanzar su objetivo–.

La formulación es una de las áreas históricas de conocimiento de la división de Investigación e Innovación de L'Oréal, que no teme romper con los códigos establecidos para ofrecer innovaciones destacadas. Y es que una de sus fortalezas es su capacidad para crear nuevos ingredientes activos. Para ello, siguen dos estrategias diferenciadas.

  • La de la química sintética suave y ecológica. Es la plataforma histórica de conocimientos de la firma gala.
  • La de las biotecnología. Aquí, L'Oréal trata con elementos de origen marino, bacteriano o botánicos.
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Protegidos por una patente, los nuevos ingredientes son un activo muy valioso para la casa francesa ya que desempeñan una parte esencial en la estrategia de innovación. Aunque no es obligatorio patentarlos, son todo un aval de exclusividad, confianza y prestigio. L'Oréal registró durante el año 2015 casi 500 patentes, además de las 30.000 que tenía ya activas.

Entre ellas, se encuentra el Pro-XylaneTM, que nació con el objetivo de remodelar la arquitectura del tejido de una piel alterada por la edad. Los investigadores se centraron en dar con una molécula capaz de estimular la síntesis de mucopolisacáridos presentes en los tejidos. Así, llegaron hasta este ingrediente obtenido a partir de la filosa, presente en la madera de la haya, que desencadena y estimula la síntesis de la dermis y la epidermis logrando mejorar en elasticidad y tonicidad de la piel.

El Pro-XylaneTM es la base de REVITALIFT LASER X3 DOBLE CUIDADO, la nueva crema antiarrugas de L'Oréal y su última innovación científica. Cuenta con la máxima concentración de activos en la fórmula usada, ya en REVITALIFT LASER X3 en el mercado desde el año 2012. En la nueva versión propone un tratamiento rejuvenecedor visible de acción global que corrige arrugas, alisa la textura de la piel, ilumina, remodela contornos, tonifica y redensifica.

Una vez superada la etapa de formulación, es el turno de la evaluación o calificación de cada crema. La casa francesa creó en 2011 un centro mundial ultramoderno en el que los equipos realizan predicciones muy tempranas y fiables sobre los efectos beneficiosos y perjudiciales de ingredientes y de productos. En el caso de las cremas cuentan con el sensor SkinChip®, capaz de captar imágenes detalladas de la piel en menos de una décima de segundo e informar de su microrrelieve en una imagen de alta resolución. Así se puede medir el nivel de hidratación de la piel.

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Según explican desde L'Oréal, cada producto es testado por un mínimo de 30 panelistas entrenados y experimentados que intervienen como una especie de "instrumentos humanos de medición". Conforme a sus reacciones, se establece el perfil sensorial del producto. Si los resultados son satisfactorios, se someterá a ensayo en un grupo de consumidores.

Una vez superados los ensayos y los controles de seguridad, las cremas salen de los centros de investigación hacia las plantas de producción. L'Oréal tiene 45 fabricas en todo el mundo, encargadas de producir el 87 % de sus productos. Una sola unidad, la división de operación, dirige la producción y la distribución uniendo siete lineas de negocio y supervisando la cadena de producción, desde la compra de materias primas hasta la entrega del producto en su packaging específico estudiado por el departamento de marketing y publicidad. Tal y como lo encontrarás en tu perfumería. Preparado para que te lo lleves a casa y, en el caso de las cremas antiarrugas, te ayude a detener el paso del tiempo.