A principios de año se presentaba en el estado de California (EE. UU.) un proyecto de ley para etiquetar todos los refrescos y bebidas azucararas que superaran las 75 calorías con un mensaje de advertencia sobre los efectos que pueden producir en la salud.

La reforma incidía en la posible relación que puede existir entre el abuso de estas sustancias y la obesidad, la diabetes y la aparición de caries dentales. Algo que los representantes de este sector consideran injustos pues esta advertencia no aparece en otros alimentos que también se pueden relacionar, de forma directa o indirecta, con aumentar la posibilidad de sufrir estas afecciones (como algunos dulces, las chucherías, diferentes alimentos precocinados, la mayoría de la pastelería industrial...).

Los refrescos sin azúcar o bajos en calorías no estaban incluidos dentro de los susceptibles a portar el aviso porque los riesgos de desarrollar estas enfermedades solo se incrementan en personas que elevan susceptiblemente su consumo de azúcar a través de la dieta.

Las bebidas azucaradas han sido objeto de críticas por parte de defensores de la salud, que las consideran una de las causas de las enfermedades prevenibles. La ciudad de Nueva York prohibió las bebidas azucaradas de gran tamaño en 2012, lo que provocó demandas y campañas de distintas compañías y particulares hasta que, finalmente, la medida fue declarada ilegal por un juez del estado.