El uso de pendientes pesados y dilatadores con el tiempo rasga y descuelga el lóbulo de las orejas. Además, a partir de los 50 años se pierde grasa y colágeno –firmeza- en esta zona, que se termina elongando e incluso puede sufrir desgarros. Estas son las alternativas menos invasivas para solucionarlo.

Lo de los dilatadores y piercings en las orejas es como lo de los tatuajes, al principio mola y una se apunta a todo. Pero con el tiempo te cansas –es condición del ser humano- y te gustaría corregir e incluso borrar los atrevimientos del pasado. Amén de que con los años y el uso constante de pendientes pesados se produce una irremediable elongación del lóbulo. Y nadie está exento de desgarros accidentales. "Este problema es muy común sobre todo en aquellas personas que no se quitan los pendientes ni para dormir", asegura la médico estético Mar Lázaro. De hecho, "la demanda de reconstrucción del lóbulo elongado por envejecimiento o por desgarros es cada vez más creciente", según el cirujano plástico Miguel Chamosa.

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Pinchazos de ácido hialurónico o grasa autóloga. "Si el daño es total, sino parcial, la medicina estética puede reconstruir y rejuvenecer el lóbulo a través de pequeñas infiltraciones de ácido hialurónico de mediana y alta densidad o de nuestra propia grasa –previamente extraída de zonas dónde sobra mediante liposucción-", cuenta la doctora Lázaro. Se consigue recuperar la consistencia, firmeza y proyección de esta zona de forma inmediata. No duele, la inflamación baja aplicando frío local y solo hay que esperar 3 días para volver a ponerse pendientes. Requiere una sesión de mantenimiento al año. Precio: desde 180 €. Dónde: Mar Lázaro. Instituto Javier de Benito.

Lobuloplastia. Si el lóbulo de la oreja está totalmente rasgado, partido en dos mitades, la mejor solución es una pequeña intervención quirúrgica. "Se trata de una cirugía mínimamente invasiva y altamente eficaz, que persigue reconstruir piercings o perforaciones de mayor calibre, restableciendo la continuidad de la piel", describe el doctor Chamosa. Consiste en retirar el fragmento de piel que conforma las paredes del orificio por dentro, para luego sellarlas de nuevo con mínimas sutura –tres o cuatro puntos- en sentido transversal, en la cara anterior y posterior del lóbulo. Estas se retiran a la semana. Se realiza de forma ambulatoria, en 30 minutos y con anestesia local. "Se puede realizar un nuevo orificio al cabo de un mes, aunque es recomendable hacerlo a unos milímetros del agujero original", apunta el cirujano plástico Diego Tomás Ivancich. Y transcurridos 3, la cicatriz ha desaparecido. Este tipo de reparación quirúrgica es también válido para piercings en labio, nariz, ceja, pezones, ombligo y genitales externos. Precio: desde 600 €. Dónde: Miguel Chamosa. Diego Tomás Ivancich.