Ya se dispone de suficiente información como para afirmar que la exposición al estrés a lo largo de distintos periodos de la vida, como por ejemplo en la infancia o la adolescencia, momento en que gran parte de las estructuras neurológicas, como la amígdala, el hipocampo y el sistema mesolímbico, aún no están totalmente desarrolladas, influye sobre el peso en la edad adulta, siendo cruciales para el desarrollo futuro de obesidad, asegura el Dr. Albert Lecube, coordinador del Grupo de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). No en vano, el estrés sería otra de las causas que sumaría efectos para explicar la actual epidemia de obesidad que sufrimos. El dato:tres de cada diez personas con obesidad tienen problemas relacionados con el estrés.

El problema

Comemos mal y raciones más grandes. Estamos sometidos a continuas fuentes de incertidumbre y estrés, personales, económicas y laborales. Pues bien, este estrés influye en la elección y el tamaño que hacemos de los alimentos: según los expertos optamos por raciones cada vez más grandes.

Alimentos “recompensa”, ricos en grasas y azúcares. El estrés favorece la ingesta de alimentos denominados de “recompensa”. Son aquellos denominados “palatables”, más placenteros para nuestro paladar, y en general, más ricos en grasas o azúcares. ¿Por qué? Su ingesta favorece la aparición temporal de un estado de felicidad, pero también un aumento de la adiposidad central –grasa abdominal-.

Enfermedades y pandemia. La tentación es todavía mayor en personas que ya tienen sobrepeso u obesidad leve –tres de cada 10 personas con obesidad-, con lo que aumentan los riesgos de sufrir enfermedades cardiovasculares o síndrome metabólico. Esta sería otra de las causas que explicaría la actual epidemia de obesidad, según el Dr. Abert Lecube, coordinador del Grupo de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

Las soluciones

Susana Monereo, Secretaria General de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) asegura que “comer deprisa fuera de casa, no hacerlo alrededor de la mesa con toda la familia, comer mientras se ve la televisión o, lo que es aún peor, delante del ordenador… son factores que está demostrado, de manera científica, que determinan que haya más obesidad”. Para mejorar esta situación –añade- deberíamos volver a los patrones clásicos de alimentación.

La dietista-nutricionista Yolanda Jiménez (www.entulineadeweightwatchers.net), nos da las claves para combatirlo:

1. Desayuna siempre. Empieza el día con un desayuno completo y equilibrado, que incluya un lácteo, un cereal y una fruta es la mejor garantía para no caer en las tentaciones.

2. Planifica las comidas con antelación. Planificar un menú semanal implica dos cosas importantes: detenernos a pensar qué vamos a comer para que nuestras comidas resulten variadas y equilibradas, y, por otra parte, nos libra de improvisar. Además, las improvisaciones nos suelen llevar a elecciones rápidas y poco aconsejables como los precocinados calóricos. “Otra buena opción es cocinar de más y congelar, así estaremos salvados ante cualquier situación”, asegura la experta.

3. Haz la compra con el estómago lleno.Está más que demostrado que comprar con el estómago vacío y prisas nos hace más vulnerables a las tentaciones. “Tendemos a dejarnos llevar por los alimentos más calóricos, más grasos, más ricos en azúcares y pre-cocinados“, advierte la dietista-nutricionista. Hay que hacer la compra sin hambre y con una lista ya hecha. “Aunque parece muy obvio, funciona”, asegura.

4. Siéntate a la mesa para comer.Si nos sentamos a la mesa a comer, estamos dedicando toda la atención a la comida. Es importante ser conscientes de qué estamos comiendo, para así realizar mejores elecciones alimentarias.

5. Haz tus comidas sin distracciones. No vale comer delante de la pantalla del ordenador, el televisor o de pie. Según la dietista-nutricionista de Entulínea de Weight Watchers “comer de esta manera hace que no seamos conscientes de las cantidades que ingerimos porque nuestra atención está centrada en otra cosa”, asegura la experta.Este mal hábito hace que comamos más y, en consecuencia, no seamos realmente conscientes de haber alcanzado el punto de saciedad, con lo que es más fácil que acabemos cayendo en tentaciones. “Siéntate a la mesa, disfruta de la comida y procura comer en un ambiente lo más relajado posible”, recomienda.

6. Tentempiés saludables. El entorno nos condiciona cada vez más a comer de más y a movernos menos. En esta situación, cuando sentimos el famoso gusanillo en el estómago podemos encontrarnos rodeados de olores y ofertas irresistibles que condicionan nuestras elecciones, asegura Yolanda. “Lo recomendado para controlar el apetito entre horas es llevar siempre en el bolso un tentempié saludable, como una pieza de fruta, un puñado de frutos secos, unos palitos de pan integral, un mini sándwich, etc.”, concluye.