Sales por la mañana de casa, bien abrigada, y miras al cielo... ¡otro día nublado y sin sol! ¿Sin sol? ¿Seguro? Que este astro esté tapado por las nubes no quiere decir que no exista, por lo que en invierno hay que seguir protegiéndose para evitar quemaduras, manchas, deterioros en la piel o los temidos melanomas.

Aunque la mayoría no seamos conscientes de la presencia del sol en invierno, sirva un dato para darse cuenta: el reflejo del sol en la nieve es un 80% más fuerte que sobre la arena de la playa o el agua del mar. Así que si vamos a esquiar es imprescindible protegerse, pero también si paseamos, salimos a montar en bici o nos vamos un domingo de excursión.

Como en verano, lo primero es hacerte con un buen protector solar. Puede ser en crema o con una textura más fluida, y con un factor adecuado a tu tipo de piel y al lugar en el que estás (en la montaña, más que en la ciudad). Si la eliges que, además, tenga un componente antiarrugas y antienvejecimiento, perfecto, porque no solo te protegerá ante las quemaduras sino que tendrá un plus de hidratación para la piel y efecto despigmentante.

Úsala tantas veces como sea necesario y no escatimes en la cantidad de producto que utilizas. Si vas a salir de casa, aplícala al menos 20 minutos antes para que haga su efecto. Elige tamaños prácticos para poder llevarla siempre en el bolso o en la mochila si vas a salir a hacer deporte. Y aplícate protección solar también en las manos, una de las partes del cuerpo más expuestas (y más olvidadas).

Además de la protección solar, no te olvides de las gorras y/o de las gafas de sol; los rayos UVA y UVB pueden provocar quemaduras, queratitis, cataratas... Las gafas tienen que tener un filtro solar adecuado, lo mejor es 10 (no es lo mismo la oscuridad de la lente que el filtro de protección). Si vas a practicar deporte, conviene que sean un poco más cerradas, para cubrir la acción de los rayos que entran en oblicuo.

Una dieta rica en vitaminas antioxidantes A (leche, queso, melón, zanahorias o brócoli), B (huevos, judías, setas, espinacas, pepinos), C (cítricos, pimientos y verdes, tomates, brócoli) y E (margarina, nueces, semillas y cereales) favorece la protección de la piel y evita el envejecimiento prematuro. Y, como en todas las estaciones, debes beber de dos a tres litros de agua para hidratar la dermis.