Huevos y galletas con Omega-3, leche enriquecida con vitaminas, yogures con bífidus, pan con fibra… Los supermercados están llenos de productos con extras para tu salud. Pero ¿realmente son buenos o se trata sólo de marketing? Te aclaramos todas las dudas.
Qué es un alimento funcional
Se trata de un alimento enriquecido con nutrientes beneficiosos para el organismo con el objetivo de mejorar la salud o prevenir ciertas enfermedades. Calcio, ácidos grasos Omega-3, hierro, vitaminas, minerales, antioxidantes, fibra, bifidus… son algunos de los nutrientes extra que nos ofrecen estos “alimentos inteligentes”. Los puedes encontrar en todas las estanterías de los supermercados en forma de lácteos con fibra, margarinas con fitoesteroles, yogures probióticos, galletas o huevos con ácidos grasos Omega-3… Según la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) los alimentos funcionales deben presentarse en el formato de un alimento tradicional y tener los mismos nutrientes más un beneficio extra para la salud. Según la legislación europea, el envase de este tipo de alimentos debe contener obligatoriamente el etiquetado nutricional como “alimento funcional”, indicando el aporte real del producto en ese componente. Los alimentos funcionales deben ser un complemento a nuestra alimentación, nunca un sustituto.
Alicamentos
Este tipo de productos están a medio camino entre el alimento y el medicamento. Muchos los engloban dentro de los alimentos inteligentes, enriquecidos o nutracéuticos, todos ellos sinónimos de alimentos funcionales. Otros establecen ciertas diferencias y les atribuyen más propiedades saludables.. Por ejemplo, la que habría entre un yogur probiótico y unas cápsulas que sólo contienen los nutrientes prebióticos. O una leche fermentada con la cantidad suficiente de fitoesteroles como para producir un efecto beneficioso sobre el colesterol malo. Actualmente las investigaciones en materia nutricional se dirigen a la creación de alimentos que sí puedan curar enfermedades mediante la introducción de vacunas en alimentos como patatas, leche o plátanos, lo que ayudaría a la población en lugares como África. La industria alimenticia también trabaja en el desarrollo de alimentos, como pan, galletas o lácteos que ingredientes que consigan prevenir la obesidad.
¿Marketing o realidad?
Para que un alimento pueda ser considerado funcional debe cumplir algunos requisitos: consumirse de forma habitual, tener unos efectos probados científicamente y que sus ingredientes funcionales estén presentes de forma natural, modificados o añadidos. Los alimentos inteligentes son beneficiosos para la salud pero en ningún caso pueden prevenir o curar una enfermedad. Comer fast food a menudo e intentar compensarlo con algunos alimentos funcionales no te servirá de mucho. Lo coherente es hacer justo lo contrario: seguir una dieta sana que cubra todas tus necesidades y tomar alimentos funcionales cuando resulte necesario, por ejemplo, si necesitas un aporte extra de calcio, hierro o tienes el colesterol alto. La realidad respecto a los alimentos funcionales es que aún no existen los suficientes estudios científicos que avalen sus efectos sobre la salud, aunque sí se ha comprobado una mejor asimilación de algunos minerales, una bajada del colesterol o una mejora del sistema inmunitario.
Cuándo y por qué tomarlos
La alimentación está directamente relacionada con la salud y existen nutrientes que actúan directamente sobre la prevención de enfermedades: antioxidantes, ácidos grasos insaturados, fibra, flavonoides, polifenoles, taninos, bifidobacterias… Una dieta variada y equilibrada debe ser suficiente para asegurarte su ingesta, pero en épocas de especial desgaste físico y mental, si no estás comiendo bien o si tienes algún problema de salud o quieres prevenirlo, puedes complementar tu dieta con alimentos funcionales o inteligentes. Por ejemplo, si sabes que no tomas el suficiente Omega-3 porque no te gusta el pescado, si no tomas lácteos o alimentos ricos en calcio, si estás embarazada y necesitas un extra de ácido fólico, si tienes el hierro bajo… En general, los alimentos enriquecidos resultan muy beneficiosos para niños y adolescentes. También puede ser recomendable incluirlos en la dieta frente a ciertas patologías, como los productos ricos en Omega-3 en el caso de problemas cardíacos, o los alimentos prebióticos cuando tenemos la flora intestinal debilitada.
Tipos de alimentos funcionales
Los yogures son los alimentos funcionales por excelencia, enriquecidos con calcio, fibra, vitaminas o elementos prebióticos. Pero en cualquier supermercado puedes encontrar también: - Leches enriquecidas. Con Omega-3 (previene la enfermedad cardiovascular y ciertos tipos de cáncer), ácido oleico (mejora los niveles de colesterol), ácido fólico (recomendadas para embarazadas), calcio (ideales para niños y mujeres en la menopausia), vitaminas A y D (mejoran la vista y la absorción del calcio), fósforo y cinc (protegen los huesos y el sistema inmunológico).- Leches fermentadas. Con ácidos grasos omega-3 y ácido oleico, con bacterias prebióticas específicas para mejorar la calidad de la flora intestinal.- Zumos enriquecidos. Con vitaminas y minerales, como calcio o hierro. - Pan y cereales enriquecidos. Con fibra, minerales como el hierro, ácido fólico u Omega-3. - Huevos enriquecidos. Con ácidos grasos Omega-3. - Margarinas enriquecidas. Con fitoesteroles para prevenir el colesterol alto.- Bebidas isotónicas. Enriquecidas con vitaminas y minerales.- Sal yodada. El yodo facilita la fabricación de hormonas tiroideas.Los alimentos light, bajos en sal o bio (aunque también los hay enriquecidos) no entran dentro de la categoría de funcionales.
Consumo en alza
Desde que los japoneses introdujeran los alimentos funcionales en la década de los 80 con el fin de rebajar el gasto sanitario, su consumo ha ido en aumento en todo el mundo. Pero su proliferación en el mercado aún no se corresponde con los suficientes estudios científicos que demuestren sus efectos más allá del marketing. Como consumidores, lo más importante es que seamos conscientes de la importancia de seguir una dieta que nos aporte todos los nutrientes que necesitamos, utilizando este tipo de productos como un complemento a nuestra alimentación, sobre todo en períodos de desgaste o enfermedad. ¿El mejor consejo? Antes de meter un alimento funcional a tu carrito lee la etiqueta, tal vez no todos sus ingredientes te compensen o sean tan saludables.
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