Según el Dr. Carlo la Vecchia, del Departamento de Epidemiología, en el Instituto de Investigación Farmacológica Mario Negri, en Milán: “varios estudios llevados a cabo en Italia durante los últimos años, en los que se han comparado pacientes con diferentes tipos de cáncer con pacientes sanos, han mostrado que existe evidencia epidemiológica suficiente para refutar cualquier asociación entre el consumo de sacarina, aspartamo u otros edulcorantes, y el riesgo de sufrir las neoplasias –cáncer- más comunes”. Y el Dr. Arturo Anadón, perteneciente al departamento de Toxicología y Farmacología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense, asegura que, a día de hoy, todos estos edulcorantes bajos o sin calorías son evaluados y aprobados por la Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) y los compuestos que  los conforman se encuentran de forma natural en otro tipo de alimentos como vegetales y frutas. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Food and Drug Administration Norteamericana (FDA), basándose en el resultado de diversas investigaciones, avalan los beneficios de los edulcorantes artificiales no calóricos para determinados grupos de población: niños, mujeres embarazadas o en período de lactancia, deportistas, diabéticos, personas obesas, con sobrepeso, o que deben controlar o mantener su peso. Eso sí, haz caso a la cantidad máxima recomendada en el consumo de algunos de ellos.
 
    •    Stevia: Es el Ferrari de los edulcorante. Natural, y sin calorías, procede de un arbusto que se cultiva en regiones subtropicales, es 300 veces más dulce que el azúcar común, y rico en hierro, manganeso, cobalto, proteínas, fibra, calcio, fósforo, y vitaminas A y C. Ayuda a prevenir la diabetes, facilita la digestión, disminuye la absorción de hidratos de carbono a nivel intestinal, es vasodilatador, diurético, cardiotónico –regula la presión arterial-, previene la placa y la caries dental, y alivia los dolores reumáticos, entre otras cosas. 

 
    •    Sirope de Agave: Es un jugo vegetal dulce que se extrae de un cactus tropical. Se usa como sustituto del azúcar refinado en la leche de soja, los muffins artesanales y las chucherías. Tiene el doble de poder edulcorante que el azúcar común, además de, un índice glucémico bajo y es rico en fructooligosacáridos, sustancias con función prebiótica a las que se atribuyen beneficios para la salud intestinal.

    •    Sacarina: Un edulcorante 300 veces más dulce que el azúcar común, que se utiliza en refrescos, zumos, lácteos, repostería, encurtidos, salsas, fruta y pescado en conserva, goma de mascar, helados y pasta de dientes, entre otros. Es uno de los aditivos alimentarios más estudiados y, a pesar de los rumores, no hay asociación entre su consumo y la incidencia de cáncer. Eso sí, se recomienda una ingesta diaria de 5 mg/Kg de peso corporal.  

    •    Neotamo: Un edulcorante no calórico, entre 7.000 y 13.000 veces más dulce que el azúcar común. Se encuentra en bebidas sin gas, yogures, productos de confitería, mermeladas, postres congelados, chicles, helados o bebidas alcohólicas, entre otros. Pese a las sospechas no es tóxico, ni carcinógeno, y no se han detectado efectos toxicológicos, incluso con dosis elevadas. Se considera una ingesta admisible la cantidad de 2 mg/Kg de peso.

    •    Aspartamo: Es uno de los edulcorantes más utilizados –bebidas con gas, lácteos, comida preparada, chocolate, dulces, caramelos y productos farmacéuticos-, y controvertidos del mercado. Endulza 200 veces más que el azúcar común y su consumo se relaciona con el desarrollo de cáncer. Sin embargo, tanto la FDA como la Agencia de Seguridad Alimentaria de la UE dicen que es seguro. Eso sí, su ingesta recomendada diaria es de 0,40 mg/Kg de peso y está contraindicado en personas con una alteración del metabolismo, conocida como fenilcetonuria –por contener trazas de fenilalanina-.