No cuentes calorías
¿Te obsesiona saber si lo comes te va a engordar? ¿La abreviatura “kcal” es lo primero que miras en la etiqueta de todo lo que compras? Según una experta en nutrición, deberían importarte mucho más otros componentes de los alimentos…
¿Te obsesionan las calorías?
Mucha gente vive obsesionada por las calorías, es lo primero que miran en las etiquetas nutricionales. ¿Pero, deberían preocuparnos más otras cosas? “Todavía hay gente muy preocupada con las calorías, un concepto acuñado a finales del siglo XIX que ha sido la unidad de medida reina en dietética y nutrición durante mucho tiempo”, dice Silvia Ruiz, especialista en nutrición y socia fundadora del espacio ecológico Divina Natura. Pero, como dice esta experta, “contar calorías se está pasando de moda, los nuevos estudios y las tendencias en nutrición actuales se empiezan a centran más en el tipo de alimento que en las calorías que contenga, ya que al parecer no hay una relación tan directa como se creía entre las calorías de la dieta y la obesidad”. “Del mismo modo que a igual número de calorías, engordan más las que proceden de las grasas que las calorías de los carbohidratos”, explica. “De hecho, hay estudios que demuestran que se puede perder peso aumentando los hidratos de carbono si se reducen las grasas, sin necesidad de disminuir las calorías”. Por otra parte, “todavía hay mucha gente contado calorías y muy poca contado tóxicos, que es lo que realmente debería preocuparnos”, apunta Silvia Ruiz.
Principales tóxicos
¿Cuáles son los principales tóxicos que podemos encontrar en los alimentos procesados? Según Sonia Ruiz, “parece una pregunta sencilla, pero tiene una respuesta compleja”. “Digamos que los tóxicos pueden provenir de 3 vías: los añadidos en el procesamiento del alimento, los que ya vienen incorporados en las materia prima, y los tóxicos que generan en nuestro cuerpo los alimentos que han sido refinados o transformados”, explica.
Los aditivos
Los posibles tóxicos que podemos encontrar en los alimentos procesados son los aditivos, los famosos “Es”, que según la experta “tienen tan mala fama pero que la mayoría de la gente no sabe descifrar todavía”. “Aunque no todos resultan peligrosos, aún no se sabe lo que podría generar en el organismo la acción sinérgica de todos ellos juntos a lo largo de muchos años: conservantes, colorantes, edulcorantes, acidulantes, antioxidantes, potenciadores de sabor…”, dice. Según esta experta, “el desarrollo de la industria química y la expansión de la industria de alimentos procesados ha propiciado que sean más de 2.500 sustancias las que se añaden a los alimentos”. “De todos ellos, resultan especialmente inadecuados los colorantes (códigos entre E100 y E180), ya que son ‘maquilladores’ de productos, totalmente prescindibles e inútiles, y algunos de ellos muy sospechosos en relación con ciertos trastornos; así como los potenciadores de sabor, que está demostrado, crean adicción”, subraya. “No se trata de demonizar a los aditivos, ya que hay muchos que son necesarios, como algunos conservantes, que permiten que los productos puedan ser envasados y duren cierto tiempo hasta llegar al consumidor final en buen estado”, añade.
Tóxicos del alimento
Como explica Silvia Ruiz, “los productos que comemos también pueden acumular tóxicos desde su origen, como en el caso de las carnes que contienen hormonas o antibióticos, o las frutas y verduras que han sido cultivadas con fertilizantes químicos y pesticidas”. Por último, la experta señala la posible toxicidad en alimentos refinados: panes, aceites, galletas, cereales, margarinas… “que han sido desprovistos de partes esenciales que nuestros cuerpo necesitaría para metabolizarlos correctamente”. “Este procesamiento los convierte en tóxicos para nuestro organismo”, explica.
En el súper
¿Cuáles son los principales tóxicos que podemos encontrar en los alimentos procesados? ¿Qué se entiende por alimentos procesados, todo lo que hay en un súper lo es? “Efectivamente, en un supermercado hay muchos alimentos procesados, pero también hay productos frescos”, dice la nutricionista. “La cuestión -señala- es que hay un gran porcentaje de personas que se alimentan únicamente de estos procesados, que no son comparables en nutrientes y en calidad energética con los alimentos naturales sin procesar”. “Otra cuestión es la calidad de los productos frescos que se venden en los súper, los aditivos que traen de origen y el tipo de conservación”, dice. Según esta experta, “hay aditivos que han sido prohibidos en otros países y aquí siguen admitiéndose, por ejemplos, algunos colorantes; de hecho, en los países nórdicos están prohibidos casi todos los colorantes artificiales, en Estados Unidos están autorizados 9 y en España 23”. ¿Un ejemplo de colorante prohibido en otros países y permitido aquí? La Azorrubina E122, “un colorantes rojo que se utiliza en refrescos, caramelos, helados, salsas, chocolates, yogures… algo parecido ocurre con otros aditivos que no tienen por qué ser necesariamente colorantes”.
Grasas insanas
“Además de aditivos, los alimentos procesados pueden contener grandes cantidades de grasas hidrogenadas”, dice Silvia Ruiz. “Es decir, grasas que suelen ser de origen vegetal y que han sido transformadas añadiéndoles hidrógeno para poder ser utilizadas en los alimentos”. “El proceso de hidrogenación crea las famosas grasas ‘trans’ y las grasas hidrogenadas que nuestro cuerpo no reconoce y, por lo tanto, se convierten en tóxicas para nuestro metabolismo”, explica.
Tóxicos ocultos
Otros de los tóxicos citados antes y que la experta señala como muy peligrosos son los que están ya incorporados en la materia prima. “Me resultan peligrosos porque están totalmente ocultos”, dice. “En el caso de los aditivos normales podemos leer en la etiqueta si aparecen o no y tenemos la opción de tomarlos o no”. “En el caso de las carnes, las verduras y la frutas, casi nunca puedes saber cómo han sido tratadas en origen, nunca podremos leer en una etiqueta: ‘Entrecot de ternera tratado con estradiol o zeranol’ (que son dos hormonas utilizadas para el crecimiento rápido), o ‘Manzana Fuji tratada con pesticidas’”, apunta.
Demasiado procesado
Bollería industrial, refrescos, “chuches”, comida rápida… lo que más le preocupa a la nutricionista es que “estamos consumiendo alimentos en apariencia inofensivos que están minando nuestra salud, porque se consumen muy habitualmente sin preguntarse de dónde vienen”. ¿Más ejemplos? “Panes refinados con apariencia de panes artesanales pero que están llenos de colorantes artificiales, edulcorantes, conservantes, blanqueantes, grasas hidrogenadas y además son congelados; aceites de oliva extraídos a altas temperaturas, vendidos como oro líquido; pizzas ‘de pueblo’ llenitas de grasas hidrogenadas; yogures líquidos milagrosos llenos de azúcar; embutidos cargados de potenciadores de sabor…”, señala.
Nuestra piel
“Otra vía por la que estamos consumiendo muchos tóxicos es nuestra piel”, dice Silvia Ruiz. “Todavía seguimos pensando que si no nos lo comemos, no pasa nada, y la piel es un órgano que absorbe todo lo que le ponemos”, explica. Esta experta recomienda evitar la cosmética que contenga colorantes y fragancias sintéticas, siliconas, materias etoxiladas, parafinas y otros productos derivados del petróleo.
Efectos en la salud
¿Qué efectos tiene para la salud una alimentación basada en demasiados alimentos procesados? Como dice la experta, “el consumo continuado de ciertos tóxicos puede tener consecuencias muy graves para nuestra salud: diabetes, enfermedades degenerativas, problemas cardiovasculares, alergias, osteoporosis, debilitamiento del sistema inmunológico, desequilibrios hormonales, hiperactividad…”. “Nos preocupamos más por la calidad del aceite que le echamos a nuestro coche, que el que le echamos a nuestro cuerpo… parece que todavía no hemos entendido que nuestra alimentación forma nuestra sangre, nuestras células , incluso nuestras emociones”, dice Silvia Ruiz. “Tenemos que coger las riendas de nuestra alimentación , leer y leer etiquetas, hacernos consumidores responsables e informados y no consumidores autómatas paseando con un carrito, atraídos únicamente por el color brillante de un producto o un packaging”. “Cuando me preguntan: ¿cómo puedo alimentarte mejor?, siempre digo: “Pierde 2 minutos de tu tiempo en leer una etiqueta y gánalo en vida”, concluye.
¿Mejor ecológico?
“Ahora mismo, los alimentos ecológicos son la única alternativa de consumo saludable con la que podemos contar”, dice la nutricionista. “Las frutas, las verduras y las carnes ecológicas, además de no contener tóxicos, responden a estándares de producción diferentes, no tan orientados a la productividad sino a la calidad, preocupados por el bienestar animal y la conservación del entorno”, explica. En cuanto a los aditivos que utilizan, la experta apunta que “están restringidos al máximo y los que se utilizan son en su mayoría de origen natural, aunque cuando se trata de productos procesados también se debe recurrir a ciertos conservantes para hacerlos más seguros, pero el objetivo de la industria es minimizarlos al máximo”.
Cómo desintoxicarse
¿Cómo podemos ayudar a nuestro organismo a librarse de estos tóxicos? Según Silvia Ruiz, hay muchas formas de ayudar a nuestro organismo a liberarse de tóxicos. “Por supuesto, intentar, siempre que se pueda, elegir productos ecológicos, lo que no quiere decir que no se lean también las etiquetas, dentro del mercado ecológico también hay productos mejores y peores”, recomienda. “Después, equilibrar nuestra alimentación cocinando en el momento productos frescos, evitando todo lo posible los procesados”, dice. “La calidad energética que nos puede transmitir un producto fresco es incomparable con la que nos puede dejar un producto envasado hace meses”, apunta. Concretando más respecto a la dieta, la experta recomienda cereales y panes integrales, “elegir buenos aceites ecológicos de primera prensada en frío, vigilar la calidad de las aguas que tomamos, reducir el consumo de carnes (si se consumen, optar siempre por carnes ecológicas), reducir drásticamente el consumo de azúcar”. “Y, por supuesto, completar todo esto con los buenos hábitos de vida que todos conocemos pero a que veces nos cuesta cumplir: ejercicio, descanso adecuado, control del estrés y enfoque positivo”, concluye.
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