¿Cuántas veces has intentado ponerte a dieta y no lo has conseguido? Las promesas de las famosas y peligrosas "dietas bikini" son como los cantos de sirena que hicieron a Ulises encadenarse al mástil de su barco con los oídos tapados. Solo que nosotros no nos encadenamos a ningún barco y corremos a su llamada cuando sentimos que el tiempo se nos ha echado encima. La consecuencia es un martirio por todas esas prohibiciones que nos establecemos siguiendo los consejos nutricionales que flotan a nuestro alrededor como las partículas de polvo. Porque sí, todos hemos sido nutricionistas del diablo alguna vez y permítenos decirte algo: no hay nada peor que eso.

De hecho, hasta los gurús de la nutrición están equivocados con sus consejos nutricionales a nivel general que aplicamos sin criterio ninguno sobre cada uno de nosotros. Independientemente del peso o edad. Pensamos que somos todos iguales y todo eso nos ayudará a conseguir el cuerpo perfecto para ese bikini que nos mira con deseo. Y, de nuevo: ERROR.

Todo esto que te contamos tiene un estudio que lo avala. Fueron los científicos del Instituto Weizmann de Rehovot, en Israel, quienes demostraron que la nutrición se está yendo de madre.

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Analizaron las muestras de sangre de 800 personas. Midieron su nivel de azúcar en sangre cada cinco minutos durante una semana. A través de una aplicación de móvil, los participantes también facilitaban información detallada sobre su sueño, hábitos alimentarios, estrés o de actividad deportiva y su conclusión, según recoge 'La alimentación es la cuestión', de Melanie Mühl y Diana Von Kopp, fue que dar información general relativa a las recomendaciones de la dieta y nutrición para la población es bastante cuestionable y tiene una limitada eficacia.

Es decir, lo que para uno resulta saludable no significa que lo sea para otro. Cada persona es distinta y, aunque suena trivial, las ciencias de la nutrición tienden a meter a todos en el mismo saco, sin tener en cuenta las diferencias tan grandes que puede haber entre individuos.

"A veces los participantes han tenido ante la misma comida una reacción completamente opuesta", explicó el biólogo Eran Segal, del Instituto Weizmann.

De hecho, esto lo evidenció el estudio mostrando cómo en una de las voluntarias, los tomates disparaban su azúcar en sangre de manera espectacular mientras que en otra lo hacía el sushi con mayor fuerza que el helado de chocolate más dulce del mundo.

Y todo esto, ¿por qué? Los científicos afirman que la flora bacteriana tiene tanta importancia a la hora de crear una dieta en un individuo como su peso, su edad, los hábitos de ejercicio o su IMC. "Tal vez estemos enfocando de manera completamente equivocada las epidemias de obesidad y diabetes. Lo hacemos como si supiéramos qué medidas se pueden tomar al respecto; como si esto ocurriera porque la gente no nos escucha y sigue comiendo sin control. Tal vez la gente ya nos escucha pero nosotros les estamos dando los consejos equivocados".

Escandaloso, ¿no? Sin embargo, esto no hace más que mostrar que la ciencia no es inmutable, ni eterna. Lo que ayer era un tabú, hoy es el nuevo hit de la alimentación. Si ayer la leche entera era el demonio, hoy resulta que no.

Y para rizar un poco más el rizo, Traci Mann da un paso más con su libro 'Secretos del laboratorio del comer' y en su primer capítulo echa el primer órdago: "Las dietas no funcionan". Así.

La autora habla claro y sin tapujos desde la página 1 y da protagonismo a los genes para determinar nuestros problemas con el peso. Es decir, para Mann, si tus antepasados fueron delgados, tú tendrás más probabilidades de tener menos problemas con la báscula que si fueron gordos y añade: "La mayoría de nosotros tenemos un rango de peso determinado genéticamente. Si tratamos de vivir por encima o por debajo de nuestro rango, nuestro cuerpo lucha con fuerza para adaptarse".

Entiendes ahora por qué te cuesta tanto mantener lejos el helado de chocolate de la nevera de tu paladar, ¿verdad? O por qué sufres tanto cuando pasas delante de un McDonald, o cuando vas a un buffet libre… Nuestra fuerza de voluntad frustra nuestros planes de adelgazamiento y hacer dieta al final es un constante proceso de auto-mortificación.

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Y este autocontrol es tan agotador como imprevisible. De hecho, cuidado con él. Ingrid Fedoroff, investigadora de la Universidad de Columbia, lo demostró en un experimento en el que los sujetos fueron expuestos durante 10 minutos, primero, al olor de la pizza. Después se les permitió comer tanto como quisieran y resultó que precisamente los comensales que más se preocupaban por lo que ingerían en su vida diaria fueron precisamente los que más pizza comieron en el estudio. Como dice el refrán: "el camino al infierno está lleno de buenas intenciones".

Conclusión: no te estamos invitando a tirar a la basura tus buenas intenciones. No sería bueno. Como tampoco es bueno creer a pies juntillas esos resultados rápidos que al final sólo consiguen un efecto yoyó. Si un cambio completo en la alimentación o un diseño a medida no es posible, acuérdate de este proverbio chino: Hara hachi bun me, "Come, pero sólo hasta que te llenes en un 80%". Ni tan mal.

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