Más de la mitad de la población española tiene falta de vitamina D (hipovitaminosis D) y esto puede suponer un problema se salud porque esta es imprescindible para el correcto crecimiento y desarrollo. De hecho, en los adultos puede llevar a osteoporosis y dolor muscular, y en los niños a raquitismo. Esta vitamina es importantísima para la salud, ya que además contribuye al buen funcionamiento del sistema inmunológico, es esencial para absorber el calcio y el fósforo y favorece el mantenimiento de los huesos y los músculos.

Los datos

Aunque podríamos pensar que en España, con más de 3.000 horas de sol al año de media, la insuficiencia de vitamina D debería ser casi inexistente, los datos muestran lo contrario: un 84% de la población joven y sana –en torno a los 26 años- tiene insuficiencia de vitamina D, cifra que alcanza el 87% en el caso de las personas mayores de 64 años.

El problema

Para hacer frente a esta carencia, los expertos recomiendan tomar el sol un mínimo de tres veces por semana en una exposición máxima de diez minutos. Sin maratones y teniendo muy en cuenta el tipo de piel que tengas. Porque cuanto más morena sea la epidermis o más bronceada esté, mayor tiempo de exposición requiere para que la vitamina se sintetice (la melanina de la piel actúa como un protector natural). En estos casos, 15 minutos al sol son suficientes

Las soluciones

Baños de sol. El cuerpo produce vitamina D cuando la piel se expone directamente al sol, sin fotoprotección. De hecho, los fotoprotectores disminuyen la síntesis de esta vitamina e incluso pueden llegar a bloquearla completamente. La acción terapéutica de la radiación solar es conocida como helioterapia. Desde la antigüedad considerada como uno de los mejores euforizantes para el ánimo y un excelente tratamiento para ciertos problemas dermatológicos.
Los días secos, templados y con cielo despejado son los más indicados. Repetimos la pauta: 10 a 15 minutos de exposición al sol tres veces a la semana son suficientes para producir esta vitamina. Eso sí, es necesario que el sol dé sobre la piel directamente sin protector solar y sin exponerte a través de un cristal.

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Alimentos. Hay muy pocos alimentos que contengan vitamina D de forma natural: los pescados grasos como atún, salmón y caballa están entre las mejores fuentes de vitamina D; el hígado, el queso, las yemas de los huevos y los champiñones también suministran pequeñas cantidades. Por suerte, hay otros alimentos que están enriquecidos con ella –fortificado o enriquecido quiere decir que al alimento se le ha agregado la vitamina-. La mayor parte de las leches, cereales, bebidas de soja, yogur y margarina son alimentos fortificados. Revisa las etiquetas.

Suplementos. Puede ser muy difícil obtener la cantidad suficiente de vitamina D a través de los alimentos, por ello, algunas personas posiblemente necesiten tomar suplementos. Pero no te lances a tomar cápsulas y preparados sin la prescripción de tu médico.

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Esta vitamina suele ser bien tolerada por el organismo, pero como en todo, requiere que la pauta esté bien establecida por un experto, ya que su consumo en exceso no está exento de riesgos (ojo, que estamos hablando de órganos vitales como el riñón). Por tanto, si crees que tus niveles pueden estar en mínimos, pide cita con tu médico de atención primaria. Si lo considera oportuno, te mandará un análisis de sangre y según los resultados te indicará el suplemento más adecuado para tu caso y la pauta correcta a seguir.

En farmacias tienes opciones como Vigantoletten, un suplemento de vitamina D3 que se presenta en un original formato stick y que te va a resultar muy fácil de utilizar, ya que se deposita directamente en la boca y no necesita agua. Además tiene sabor a naranja y no lleva azúcar.