Hace unas semanas leíamos horrorizadas en Daily Mail la historia de una paciente de 20 años del doctor Max Pemberton, en situación grave de desnutrición por una obsesión: "comer limpio".

No es la única. A esta idea se han acogido un gran número de personas que han colaborado a desvirtuar lo que en origen resultaba beneficioso para la salud. La moda de la comida limpia ha hecho que su concepto se haya ensuciado hasta tal punto, que ahora resulta peligroso por la forma en la que se ha transformado.

Belinda Santos Alba, especialista en Nutrición y Dietética en Centros Alba, nos ha explicado en profundidad en qué consiste, en qué ha derivado y qué problemas puede ocasionarnos sumarnos a la moda de "comer limpio" + desinformación: un cocktail potencialmente peligroso.

Dieta limpia, ¿qué es?

El término comida o "dieta limpia" no tiene una definición concreta ni unas pautas fijas sobre los tipos de alimentos a incluir o excluir. "Se ha ido modificando el concepto con el tiempo, probablemente por el uso inadecuado del marketing en las dietas", explica la experta.

Básicamente se trataba de eliminar todo lo artificial, incluyendo aditivos, conservantes, comidas preparadas, harinas refinadas, refrescos, alcohol, saborizantes o potenciadores del sabor. En resumen, no consumir alimentos que no se puedan encontrar tal cual en la naturaleza.

Pero poco a poco, comenzó la distorsión del término y lo que empezó siendo una alimentación enfocada a evitar el consumo de alimentos altamente procesados por la industria alimentaria, con el objeto de eliminar el exceso de grasas y azúcares añadidos se convirtió, en la mayoría de los casos, en un tipo de alimentación excesivamente restrictiva y más cercano a una dieta crudivora o vegana, con mezclas inapropiadas de distintos conceptos y sin ningún tipo de supervisión especializada.

Dieta limpia = reducción del procesado, entendido como procesado industrial y, por tanto, reducción de la excesiva transformación y/o refinado de los alimentos y adicción de saborizantes. Es decir, dieta limpia es aquel modo de alimentación que se centra en tomar el alimento sin ser transformado, con el objetivo de no aumentar su palatabilidad, sino de mantener su valor nutricional.

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Ahora bien, el concepto de procesado industrial ha virado a un equivalente al cocinado de los alimentos y las tendencias más estrictas basan toda la dieta en alimentos crudos.

Belinda advierte de que es ahí donde reside el problema: "Hay alimentos que contienen factores anti-nutricionales".

Los "anti-nutrientes" están presentes en algunas hortalizas, legumbres, cereales, clara de huevo cruda, pescado crudo y algunas semillas. Son compuestos que están de manera habitual en el alimento pero trabajan en contra de la absorción o el metabolismo de los nutrientes (vitaminas, minerales, proteínas…) que también están en ese mismo alimento o en otro, pero consumidos conjuntamente, nos explica.

"Por ejemplo, los cereales tienen en su cubierta fitatos que impiden la absorción del calcio y eso hace que si combinamos un yogur con unas cucharadas de salvado de trigo, pueda impedirse la absorción del calcio del yogur a nivel intestinal. De forma continuada y sumado a otro de los múltiples ejemplos, puede causar daños en la salud."

El resultado, advierte, suele ser un déficit de vitaminas, minerales o proteínas no porque no se ingieran, sino porque no se pueden asimilar y procesar correctamente.

Por qué cocinar la comida

Belinda continúa contándonos que la mayor parte de estos anti-nutrientes se inactivan con el calor o con tratamientos de remojo, fermentaciones o germinación. En el caso de los cereales, con la eliminación de la cubierta.

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Ahora es cuando toma forma el asunto. Llevar una alimentación crudívora o derivar la dieta limpia a este concepto a largo plazo y sin supervisión especializada, sin tener en cuenta estos anti-nutrientes, deriva en casos tan severos como los de la paciente del doctor Pemberton.

Lo ideal

Para la nutricionista, la dieta limpia, al igual que la ecológica, no tiene restricción de grupos concretos de alimentos, sino más bien se enfoca en evitar el procesado excesivo de los mismos. No hay que confundir pues los conceptos:

- Dieta ecológica: aquella cuya base es consumir alimentos producidos en un entorno controlado y supervisado que tiene a su vez que cumplir con la legislación en lo que respecta al uso de plaguicidas, pesticidas, abonos químicos y piensos en el caso de la ganadería.

En esta dieta los factores contaminantes son algo insalvable ya que la contaminación afecta a los acuíferos y al ciclo del agua global, aunque no queramos. No excluye productos de origen animal ni tampoco el procesado industrial, pero asegura comidas preparadas con las cantidades correctas de azúcares y grasas procedentes de la agricultura ecológica.

¿Beneficios? Puede ser equilibrada porque no excluye grupos de alimentos siempre que sean de origen ecológico y no haya transgénicos. Además, nos evita la ingesta excesiva de fotoquímicos y medicamentos de la agricultura y ganadería tradicional.

¿Inconvenientes? No nos libra de los excesos de la industria agroalimentaria de algunos de sus procesados.

- Dieta vegana: su base es más restrictiva porque elimina de un plumazo todo alimento de origen animal. Es más difícil mantener unos niveles adecuados de vitamina B12 sin tener que suplementarla y esta vitamina es imprescindible para procesos implicados en la formación de glóbulos rojos y el correcto funcionamiento del sistema nervioso.

Es más difícil también aquí conseguir la cantidad de proteína necesaria y de aminoácidos esenciales, sobre todo si se hace con desconocimiento y sin ayuda profesional ya que este déficit puede derivar en una destrucción de la masa muscular y en casos de desnutrición.

Según Santos, una combinación de la dieta ecológica y la dieta limpia original sería el ideal, es decir, alimentos poco transformados por la industria alimenticia y de origen ecológico. Sin excluir ningún grupo de alimentos y adaptada a las necesidades nutricionales individuales.

Por supuesto, todo ideal también tiene inconvenientes y en este caso la nutricionista reconoce que el coste de los alimentos ecológicos no es asumible por todo el mundo, así como el tiempo para dedicar a la compra y al cocinado.

Así te avisa tu cuerpo cuando lo estás haciendo mal

Las dietas limpias llevadas al extremo tienen un coste. No consumir más que alimentos de origen vegetal y crudos puede derivar a un estado de mala o insuficiente nutrición tanto a nivel calórico como de nutrientes esenciales.

Los primeros síntomas son la fatiga y dolores de cabeza producidos por el bajo nivel de aporte energético. Mantenido en el tiempo puede impedir el desarrollo normal de la actividad cotidiana. Ni hablar de la actividad física.

La experta advierte: "A largo plazo los daños son más graves e intensos, afectando tanto a la masa muscular como al deterioro óseo y de las propias funciones vitales, causando en casos extremos trastornos de la conducta alimentaria como bulimia, anorexia o trastornos por atracón producidos por los cambios neuroquímicos del cerebro."

El no ingerir ningún tipo de lácteo también pasa factura. Puede provocar osteoporosis y daño dental permanente. Y aunque las verduras sí tienen calcio, la disponibilidad para ser absorbidas como nutrientes no siempre es buena, sin tener en cuenta que se consuman junto con granos integrales con fitatos en su cubierta.

Conclusión: la peor dieta, la de la desinformación.