Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud muestran que en Francia hay la mitad de personas con sobrepeso que en Estados Unidos: tienen una esperanza de vida más alta, menos riesgo de enfermedades cardiovasculares y toman menos medicación. Y ello a pesar de que las francesas son las que consumen más queso y mantequilla de los países desarrollados. Pero, ¿por qué están delgadas y no engordan?

Es la pregunta del millón. En Navarro Clínica también se lo han preguntado y tras analizar varios estudios de expertos del sector de los últimos años, han sacado sus propias conclusiones entre las que predomina la forma en que se vive la comida.

Para los expertos de Navarro Clínica, hay culturas en las que la alimentación es algo estresante y en otras resulta un asunto placentero. Estas diferencias pueden afectar a la salud a través de la incidencia en enfermedades cardiovasculares, según los resultados de las investigaciones del profesor Paul Rozin.

"La forma en que comemos, puede afectar a nuestra salud y longevidad", comenta Luis Navarro, Director de Navarro Clínica.

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¿Qué sucede entonces con las francesas? Pues que prestan más atención a sensaciones internas como la saciedad y dan menos importancia a aspectos externos como la cantidad de comida en el plato. De hecho, este aspecto se pone de relieve en el famoso libro de Caroline de Maigret y compañía, 'Cómo ser parisina estés donde estés', en el que hacen mención a que la cantidad de comida en el plato en las cenas con amigos "debe ser generosa", al mismo tiempo que "todo debe parecer fácil".

Otra de las claves: que parezca fácil. De hecho, investigaciones como las de Brian Wansink, profesor de la Universidad de Cornell, recuerdan cómo las francesas tienen una relación con la comida que no se tiene en otros países. Les hace disfrutar y se toman su tiempo y paran cuando sienten saciedad, matiz que podría explicar ese "por qué las francesas no engordan", respecto a las mujeres de otros países.

Claro que, no siempre es así. En otro capítulo de la famosa obra de De Maigret vuelve a ponerse de manifiesto la gran paradoja francesa.

Salmón ahumado. No. Mala elección. Se comerá todos los blinis y la crema que los acompaña; el salmón es sólo un pretexto. Su gula podría acabar por ensancharle las caderas, será mejor que vigile un poco.
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En las páginas dedicadas a las primeras citas a la francesa (en el café de Flore, por supuesto), las paradojas vuelven a escena. ¿Disfrutan de verdad con la comida o es puro teatro? De Maigret y amigas se ríen de la imagen que se tiene de ellas y lo relatan de esta forma:

Quizás más tarde él descubra que se pesa todas las mañanas; por el momento, debe pensar que su silueta es un simple regalo de la naturaleza. Valdría más, por tanto, tomar un plato de verdad, ofrecerle la imagen tópica de que le gusta la buena mesa, dando a entender que ocurre lo mismo con todos los placeres de la vida.

Cada escena de relación francesas-comida demuestra cómo los pensamientos, la actitud y la forma en que se come influye en la asimilación de los nutrientes, el peso y en la salud en si misma. Luis Navarro comenta que "si vives en mentalidad de dieta, comer es una lucha, un esfuerzo y un sacrificio que requiere voluntad y disciplina para no engordar. Tienes miedo a engordar y ves la comida como algo peligroso y que debes controlar".

Pero las francesas no contemplan ese aspecto a la hora de comer. Es más, la comida es para ellas una aventura, una excusa.

(13,00 Primera cita en el Café de Flore, 'Cómo ser parisina estés donde estés')

"Un Welsh Rarebit. Es una aventurera y lo proclama orgullosa. Establece una diferencia entre ella y las demás chicas. […] Ella, claro, no sabe lo que acaba de pedir. En la carta, en letra pequeña, han escrito 'especialidad a base de cheddar, cerveza y tostada'. Sonríe mentalmente, inimaginable. Pero no le importa. Hablará tanto que él no se dará cuenta de que no se ha comido el plato."

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Otra francesa, Mireille Guiliano, también se divirtió hablando de por qué -supuestamente- no engordan. Su libro 'Las francesas no engordan. Secretos para comer con placer y estar delgada toda la vida', se convirtió en bestseller internacional por poner de manifiesto cosas como que el chocolate que comen es negro y amargo, que no conciben una vida sin hidratos de carbono o que nunca comen de pie o con prisas, ni tampoco delante del televisor.

Desde su perspectiva, a las francesas les encanta el champán como aperitivo en la comida y matiza que no necesitan ocasiones especiales para tenerlo en la mesa. Consideran que "cenar en casa puede ser tan sexy como cenar fuera", disfrutan yendo al mercado y dan gran importancia a la presentación de las comidas porque les importa cómo se contemplan los platos.

¿Son las francesas tan marcianas como se les intenta dibujar? ¿Acaso tú, como española, no disfrutas también de un buen aperitivo, de una buena cena bien presentada en casa con amigos o de un delicioso bocado de chocolate negro? ¿De verdad NO TE GUSTA TODO ESO? ¿Por qué se sigue idealizando una paradoja que no deja de ser la vida de cualquier mujer, en cualquier lugar además de París?

Déjanos terminar con un par de paradojas más de esta radiografía con las que De Maigret y sus colegas se rieron de todo el mundo contándolas en su bestseller.

(La francesa…) "Se come una pizza de cuatro quesos, pero después pone sacarina en el café."

(La francesa…) "Bebe vodka por la noche y té verde por la mañana."

-Las paradojas, 'Cómo ser parisina estés donde estés'-

La próxima vez que idealices el ideal francés, acuérdate de que tú también te habrás bebido algún que otro vodka por la noche y lo habrás mitigado el viernes en la oficina con un té verde, de que también escondes chocolate negro en el hueco de los huevos del frigorífico o de que una cena con amigos en casa no deja de ser tu mejor plan B.