"La sopa es el vestido negro clásico del mundo culinario", define Amber Locke en su libro Sopas para la salud (Lunwerg). Y es que, es una de las comidas más versátiles que existen. No hay nada como una buena sopa en un día gélido de invierno o una taza de caldo cuando subes a la montaña o no te encuentras bien. Y nos viene al pelo con el frío helador que ha dejado Filomena a su paso. Así que toma buena nota.

Una buena sopa, como plato principal e incluso como tentempié "es una opción saludable pues casi siempre se elaboran a base de hortalizas y es ideal para incluir algún que otro vegetal crudo", asegura Amber. Más ventajas: es un plato barato, ideal para aprovechar las sobras que tienes en la nevera, cuida la línea porque sacia el apetito durante mucho tiempo, y si las congelas te pueden sacar de más de un apuro durante la semana.

CLAVES PARA UNA SOPA RICA, SANA Y RECONFORTANTE

INGREDIENTES BÁSICOS

* Frutas y hortalizas: "A ser posible, me gusta usar frutas y verduras de cultivo ecológico, pues suelen tener mejor sabor y no hace falta quitarles la piel, basta con lavarlas bien", según la autora. Si no puedes o quieres optar por la versión ecológica lo mejor es que las peles siempre.

* Aceite: "Mi aceite preferido es el de coco, pues ofrece muchos beneficios para la salud y un punto de humo alto", aconseja Amber. Otra buena opción es el aceite de oliva suave. Eso sí, hay que utilizar la mínima cantidad posible.

* Toque final: Los aderezos no tienen por qué ser complicados. Basta con añadir un puñado de semillas germinadas, cacahuetes tostados molidos o unos picatostes crujientes. También puedes realzar cualquier sopa con una cucharada de zanahoria rallada, unas hierba aromáticas –perejil, tomillo y romero-, un chorrito de nata o yogur, o un pellizco de especias.

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¿Cómo hacer un buen caldo?

Es la base de todas las sopas, particularmente el vegetal. Empieza salteando ligeramente los tres "ingredientes mágicos": cebolla, zanahoria y apio, con un chorrito de aceite hasta que tomen color. También puedes añadir laurel, hierbas aromáticas –perejil, tomillo y romero-, y granos de pimienta negra. "Corta los ingredientes en dados pequeños, pues así tardan menos en cocer, los sabores son más intensos y se conservan más minerales y vitaminas", aconseja la experta. Después tienes que añadir unos 2 litros de agua. Empieza con agua fría y deja que cueza a fuego lento unos 40 minutos. "Para que el caldo quede traslúcido y fresco de sabor, de vez en cuando hay que quitar la espuma de la superficie con una cuchara o espumadera", apunta Amber. Cuando esté listo, cuela el líquido con un chino, un colador cubierto con una muselina o similar. "Puedes utilizarlo de inmediato o guardarlo en un recipiente hermético en la nevera hasta 1 semana o en el congelador de 1 a 2 meses", añade la autora. Solo tienes que añadir unos fideos, unas verduras, unas hortalizas crudas ralladas muy finas, un puñado de arroz integral, de lentejas, cebada, quinoa, judías o guisantes cocidos, para conseguir un plato saciante, lleno de fibra y proteína vegetal, en solo unos minutos.

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El famoso caldo de huesos curativo

Caldo, consomé, crema, puré, minestrone… En el libro Sopas para la salud tienes más de 100 recetas para superar el invierno, desde la miso hasta la de supervegetales. Lo cierto es que hay muchos tipos de sopa, pero sobre todo una a la que se le atribuyen "poderes" curativos. Al menos así lo afirman Louise Hay y Heather Dane en su libro Caldo de huesos curativo (Cooked by Urano). Esencialmente, el caldo de huesos es agua y huesos que han hervido a fuego lento entre una hora y media y dos días. También se admiten piel, cartílagos, tendones, ligamentos, verduras, hierbas y especias. Y sus principales ventajas son:

* Colágeno biodisponible: "La gran ventaja del caldo de huesos es que es una fuente de colágeno biodisponible. Es decir, el colágeno se ha roto (o desnaturalizado) y se ha convertido en gelatina, que el cuerpo digiere y asimila fácilmente", según las autoras. Este es de gran ayuda para combatir el envejecimiento y reforzar el sistema inmunológico

* Nutrientes predigeridos: "El caldo de huesos proporciona nutrientes predigeridos que hacen que tu cuerpo pueda asimilarlos mejor", según las autoras. Entre ellos, aminoácidos, minerales, glucosaminoglucanos, vitaminas y grasas saludables.

* Mejora para tu bolsillo y el planeta: Nos permite utilizar lo que hoy en día se consideran "desperdicios": la piel, la carcasa del pollo, los huesos y las patas de animales, la piel y los restos de verduras…

* Potenciador natural de sabor: Frente a los cubitos procesados y cargados de sustancias químicas para dar sabor a las sopas, estofados y salsas, el caldo de huesos es un potenciador de sabor en sí mismo.

¿Qué huesos elegir?

"La regla de oro para hacer caldo de huesos es consumir carne de ave campera y de vaca ecológica que ha sido alimentada con hierba ecológica o que ha pastado en libertad y con la que el engorde final se ha realizado con hierba o pastando en libertad", aconsejan las autoras. Otra opción es comprar en una tienda de confianza los huesos, el tuétano y partes como el cuello, la espalda y las articulaciones. Y para el caldo de pescado este tiene que ser "magro salvaje, como abadejo o colín de Alaska, lubina, bacalao y fletán", apuntan las autoras.