Desde que somos pequeños, aprendemos que la comida es para celebrar o un premio a la buena conducta. Nos juntamos alrededor de una mesa cuando queremos disfrutar de algo con nuestros amigos y familiares. Quizá, por ese deje del pasado, seguimos manteniendo una relación complicada con la alimentación, y muchas veces, si estamos deprimidos, tendemos a abrir la nevera. Y después de eso, llega la culpa.
No se trata de estar más o menos delgado, si no de tener una alimentación sana, no solo variada, si no que no sintamos remordimientos, que no nos pesemos con terror, y que sepamos disfrutar de un trozo de tarta con naturalidad, sin pesar en las calorías que traerá después. Y para eso, hay que reeducarse.
Lo primero es identificar algunas de esas conductas que tienen que ver con una "adicción" a la comida:
- Si te escondes para comer es porque sientes vergüenza, y comer no debe darte vergüenza. Cada uno tiene unas necesidades y no dice nada de ti. No eres ni mejor ni peor por autocontrolarte más. En realidad, No se trata de autocontrol, si no, de no necesitar esas "recompensas". La clave es comer por hambre, variado, y disfrutar.
- Si eres capaz de comer en mitad de la noche y volverte a dormir. Eso es ansiedad, no hambre.
- Si sigues comiendo cuando ya estás llena. Incluso cuando estás algo hinchada. Tienes que aprender a parar.
- Si tiendes a ayunar para poder controlarte. Por ejemplo, si te saltas el desayuno sientes que puedes llegar sin picotear a la comida. En realidad, es al contrario, pero tu mente siente que si come algo, ya ha perdido el día, y puede comer todo lo que quiera.
- Si te premias o consuelas con comida.
- Si comes en previsión de que luego no puedas comer, aunque no tengas nada de hambre, por ejemplo, si has quedado para comer, pero crees que la comida será tarde. Si no tienes hambre, no comas.
- Si crees que tu vida sería mejor si estuvieras más delgado: tendrías mejor trabajo, una pareja más estable, más amigos... La comida no va a cambiar tu vida.

Según el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC): "el deseo intenso de consumir comida agradable al paladar (como el chocolate) entra en conflicto con la necesidad impuesta culturalmente de limitar su consumo, lo que hace que el deseo por este alimento sea más pronunciado y se interprete como una adicción", cuando no lo es realmente porque "todos los placeres (la belleza, la música, el sexo o incluso el ejercicio) se asocian con aumentos de la dopamina similares a los provocados por una comida rica en grasas", pero eso no es una adicción. Es más correcto hablar de ansia de comida: un “intenso deseo de consumir un alimento o tipo de alimento en particular, y al que resulta difícil resistirse”.

¿Cómo solucionarlo?

No es tan sencillo como repetirlo mentalmente. Ni siquiera, seguir una dieta sirve. Tienes que intentar saber por qué comes de esa manera y qué consigues a cambio. Los expertos suelen recomendar llevar un diario de lo que se come, para tener perspectiva. Y también apuntar los sentimientos asociados a ese "atracón": cómo te sientes antes y después.

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Cuando tengas mucha ansiedad piensa:
- Si tu cuerpo te pide azúcar es porque tu organismo necesita glucosa o serotonina –neurotransmisores que ayudan a provocar sensación de bienestar–. En lugar de un paquete de galletas, elige un lácteo, una pieza de fruta o una barrita de proteínas. O devora emocionalmente otra cosa, como sumergirte en una novela o preparar el vía je de tus sueños, o incrementa el azúcar en sangre a través de un subidón de adrenalina.
- Si buscas placer: debes saber que los primeros bocados son los mejores. Si no tienes hambre, en lugar de comer, degusta. Unos trocitos son suficientes para hacerles un regalo a las papilas gustativas. No lo confundas con el reflejo de meterse algo en la boca. En este ca so, intenta evitarlo con alguna actividad: llama a una amiga por teléfono, toma un baño o prepárate una bebida caliente.
- Si sientes necesidad de masticar: reemplaza este impulso oral por otro que no engorde. Besa, acaricia, canta, habla, bebe agua o té –sin azúcar–, perfúmate o ve a elegir una nueva fragancia, mira la televisión o compra entradas para ir al cine a ver el último estreno. La boca, la nariz, los ojos y los oídos forman parte del mismo sistema sensorial. Mantenlos entretenidos y lograrás que el ansia de comer pase.

¡Come sano!

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Por último, apunta 10 consejos para una alimentación sana, según el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC):
- Comer es divertido… ¡Disfruta la comida!
- El desayuno es una de la comidas más importantes.
- Procura comer alimentos muy variados durante el día. La receta para mantenerse sano es la variedad.
- Haz de los carbohidratos la base de tu alimentación: la mayoría de las personas no consumen suficiente comida rica en carbohidratos, como cereales, arroz, pasta, patatas y pan. Al menos la mitad de la calorías de tu dieta debería provenir de estos alimentos.
- ¡Choca esos cinco! Come fruta y verdura en cada comida, ¡y también entre horas! Por ejemplo, un zumo de fruta en el desayuno, una manzana o un plátano entre horas y dos tipos de verdura en las comidas.
- Detalles sobre las grasas. El exceso de grasas saturadas no es bueno para la salud.
- ¡La merienda está servida! Come a la hora indicada y cambia con frecuencia lo que picas entre horas.
- Sacia la sed. Bebe cuanto puedas.
- ¡Cuida tus dientes! Cepíllate los dientes al menos dos veces al día.
- ¡Muévete! Haz ejercicio a diario.