Hace siglos el frío de Siberia y sus consecuentes hambrunas conllevaron a que la población del lugar encontrase un remedio para combatir las épocas largas de hambre a falta de alimentos.
Esta civilización consiguió su propósito tomándose una cucharada de aceite pinoléico, un extracto resultante del piñón coreano.
Su poder saciante disminuye las ganas de comer y controla la ansiedad generada en las dietas de adelgazamiento.
La ingesta de esta sustancia estimula la segregación de GLP1 colecistoquinina, una hormona que se constituye en el intestino delgado y el yeyuno suprimiendo el apetito.
Aunque todavía es bastante desconocido, no parece tener efectos secundarios negativos. Su ingesta se lleva a cabo tomando tres cápsulas media hora antes de la comida.
Aún así, ningún complemento alimenticio hace milagros. Y lo recomendable siempre es combinar una dieta saludable y ejercicio moderado para perder esos kilos sobrantes.