Grábate a fuego en el cerebro la palabra 'glicación'. Y prepárate para odiarla: este proceso, podemos asegurarte, no es precisamente bueno. 'El azúcar y otros carbohidratos de alto índice glucémico (pan, almidones, patatas, bollería, pastas, postres, refrescos) se convierten rápidamente en glucosa en la sangre. Esta sobrecarga puede causar una reacción llamada glicación, en el que las moléculas de azúcar en exceso se adhieren a las fibras de colágeno', afirma el doctor Nicholas Perricone, experto en 'anti-aging'. 'La glicación hace que las fibras de colágeno pierdan su fuerza y flexibilidad, por lo que la piel se vuelve menos elástica y más vulnerable al daño solar, las líneas y la flacidez', asegura.

En resumen: tomar demasiados azúcares hará que tu piel envejezca antes. Y no solo eso, sino que puede tener consecuencias más graves en el organismo: 'Las enfermedades degenerativas están afectadas de una u otra manera por las reacciones de la glicación. Estas reacciones producen daños importantes en el cuerpo, incluyendo la aterosclerosis, la formación de cataratas, daños neurológicos, complicaciones de la diabetes, la piel arrugada y flácida, y más', cuenta Perricone.

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La glicación no puede ser detenida por completo, pero sí puede minimizarse. Para hacerlo, lo fundamental es reducir el consumo de azúcar: si bien una cierta cantidad es necesaria, la OMS advierte de que su consumo está aumentando mundialmente. Según la organización, la cantidad diaria de azúcar no debe superar el 5% del aporte calórico. Una manera de hacerlo es evitar al máximo los alimentos procesados (incluso algunos como el kétchup, el yogur o la pechuga de pavo pueden contenerlo), sustituír los carbohidratos simples por complejos (por ejemplo: pasta y arroz refinados por su versión integral) o aumentar la ingesta de ciertos alimentos. Algunos estudios vinculan el té verde con la reducción de la glicación (al menos en ratas) y los complementos a base de carnosina también han demostrado su eficacia al respecto. Hay esperanza.