Madrid, Plaza de Olavide. La calle está abarrotada, hace buen tiempo y yo estoy en mitad de la plaza sosteniendo un aro de plástico de colores. Como la mayoría de los adultos, hacía muchos, muchos años que no me encontraba cara a cara con un 'hula-hoop'.
Pero lo cierto es que cada vez más personas se dejan seducir por esta actividad antes reservada a los niños o los artistas de circo. La búsqueda de la etiqueta #hooping en Instagram devuelve más de 400.000 resultados. Algunas academias de baile ofrecen sus propias clases de 'hoop dance' y los tutoriales en Youtube se cuentan por cientos.
Pero yo esto aún no lo sabía. Y reconozco que comencé la sesión con mucho escepticismo. No entendía de qué manera una actividad que realizaba en el patio de mi colegio fuera a aportar algo a mi yo de (casi) 30. Y, creedme, esto no es como montar en bici: me hizo falta empezar de cero. Abigail, mi improvisada profesora y 'hooper' desde hace cuatro años, me da las nociones básicas: adelantar una pierna, mover la cadera hacia adelante y hacia detrás—no hacia los lados, como solemos intentar todos los novatos— para mantener el aro girando.
Y entonces ocurre el milagro: con una pocas indicaciones básicas, todo el mundo es capaz de bailar el 'hula hoop'. Y hay algo hipnótico y casi mágico en hacerlo. Los viandantes te miran con simpatía. Los niños, sencillamente, se quedan alucinados delante de ti. Cuando ya has conseguido dominar el giro del aro en la cintura, necesitas añadir dificultad. Entonces pruebas a girar sobre ti misma mientras bailas el 'hula-hoop'. Y lo consigues. Y piensas que esto va a ser mucho más divertido de lo que te imaginabas.
"Comparado con deportes al uso como el fútbol o el baloncesto, el 'hula hooping' tiene una vertiente artística y creativa que me parece muy interesante", asegura Abigail, que aprendió la técnica de esta actividad con la artista francesa Lila Chupa-Hoops. "Con el 'hula-hoop' puedes bailar, crear, divertirte, aprender de otros o con tutoriales en Youtube", cuenta Mireia, 'hooper' e integrante de la comunidad barcelonesa Fans of Hooping, creada por Michela Pes.
Y es que la sensación de comunidad es uno de los motivos que hacen que esta actividad sea diferente de otras: "No es algo que aprendas por ti mismo: o bien te enseñan otras personas o aprendes a través de vídeos en internet. Siempre hay alguien ayudándote de alguna manera, lo que te da un sentimiento de pertenencia", afirma Abigail.
Además, los beneficios a nivel físico de esta actividad también se notan: Un estudio de la Universidad Wisconsin-La Crosse midió la actividad cardíaca de 16 personas mientras hacían 'hooping' y descubrieron que quemaban de media siete kilocalorías por minuto, más que en una clase de 'step'. De la misma manera, un estudio de la Escuela de Psicología Profesional de Chicago relacionó esta práctica con la mejora del ánimo, la motivación y la aceptación corporal. "Un buen artista del 'hula-hoop' debe dar la sensación de que el aro flota sin esfuerzo alrededor de él, lo que requiere mucha experiencia y práctica", cuenta Abigail. "Es necesario tener resistencia y fuerza, especialmente en el 'core', los hombros y las muñecas, además de flexibilidad y coordinación".
Todo ello, en una actividad social, divertida y que puedes realizar en cualquier lado: "Siempre te puedes llevar tu hula hoop plegable a cualquier sitio, así que no necesitas nada más para practicarlo", asegura Mireia.
Aquel día, abandoné la Plaza de Olavide con una sonrisa en la boca. Nunca habría pensado que estar en forma sería tan divertido.