“Lo ideal sería que pudiéramos aplicar en la zona de la mandíbula el tono escogido para ver si se funde completamente con nuestra piel, ya que la base de maquillaje no tiene que ser ni más clara ni más oscura que nuestro tono natural”, advierte Marta Gamarra, directora de Formación de Eve Lom en España (www.evelom.com).

Esta es el área del rostro idónea para comprobar que la base es la adecuada y comprobar que no dejamos corte entre la cara y el cuello. “Así evitamos el temido efecto “máscara”, advierte Gamarra. De hecho, hay que extender la base por todo el rostro de manera uniforme, pero evitando el cuello. Este nunca hay que maquillarlo porque se mancharía la ropa. Es preferible difuminar polvos oscuros para disimular la papada y la mandíbula. Y aplícalo siempre con los dedos mediante pequeños toques y presiones, nunca estirando o arrastrando el producto. Algo más: “es recomendable tener dos bases de maquillaje, una de verano –cuando la piel está más bronceada- y otra de invierno para poder adaptarla a nuestro tono de piel actual”, concluye la experta.