«Un día mi madre me dijo, antes de colgar el teléfono, que apagara los fuegos. Yo vivía a 400 kilómetros de distancia y ella ni siquiera sabía si había cocinado. Lo decía por si acaso». Cuenta Amaya Ascunce, periodista y coordinadora de ELLE.es. Así fue el instante que la empujó a crear un blog (comonoserunadramamama.com) que llegó a las 30.000 visitas mensuales gracias a las frases de las mujeres de su familia. Tras arrasar en la Red, ahora publica Cómo no ser una drama mamá (Planeta, 3 de mayo), un libro desternillante que recoge esas sabias advertencias femeninas aderezadas por las opiniones de expertos como la supernanny Rocío Ramos-Paúl y el psicólogo, ex defensor del menor, Javier Urra. 
Estas son las lecciones estrella relatadas por la propia autora. ¿Te suenan?

Por si acaso, nena, por si acaso...
«Una de las frases que más he oído es la de que hay que llevar muda limpia por si alguna vez se tiene un accidente. Gracias a ese consejo siempre tengo un plan B, y viajo con herramientas y bragas extra. Ni siquiera fumo como la gente normal, yo tengo tabaco de por si acaso, negro o de liar. Una vez tuve un novio por si acaso. No me juzguéis. Es algo educacional».

El mundo es un lugar injusto, nena.
«Para mí es el más frustrante, porque mis juegos siempre fueron pedagógicos y mi madre nunca jamás me compró una Barbie. De hecho, mi madre me aplicó un tratamiento de choque contra el racismo que consistía en no regalarme ninguna muñeca blanca. En su mente, si yo jugaba con muñecas de otras razas no sería racista. Así que mis muñecas fueron una Barriguitas africana con el pelo ensortijado y una Nancy marroquí (en serio). Tuve matriuskas, una geisha, una familia andina y una especie de Barbie regordeta de Todo a 100 pelirroja, porque “nena, los pelirrojos también sufren mucho”».

Nena, hay que limpiar, que viene la chica.
«Pues sí, en mi casa se limpia antes de que venga la chica a limpiar. He intentando explicarle que eso es un sinsentido pero, para qué mentir, jamás logré convencer a mi madre de nada:
–Pero, nena, ¿qué va a pensar Maru si ve la casa sucia? De eso nada. Sólo faltaba que fuera diciendo por ahí que tenemos la casa hecha un desastre.
–Pero, mamá, ¿tú para qué le pagas?
–Para que limpie nena, pero un poco por encima, tampoco hace falta que llegue aquí y esto parezca una casa de sucios.
–Pero, mamá, si yo soy capaz de chupar este suelo y tan tranquila.
–Tú porque eres muy liberal. Qué vas a chupar tú el suelo ni nada, te suelto un sopapo como te vea. Chupar el suelo dice, pero ¿qué te crees, que somos hippies?».