Cuando nos sentamos con calma a elegir destinos para nuestras escapadas a todas nos entran las dudas lógicas. A veces no tenemos claro si playa o montaña, si destino cultural o, digamos, natural; alta gastronomía o cocina local… Hasta que, de repente, ojeando una revista, caemos en la cuenta de que hay un destino en el que lo tienes todo: la playa, la montaña, la historia, los bosques, las actividades al aire libre, la deliciosa comida local y un firmamento de restaurantes con soles y estrellas. Nosotras somos esa revista que ojeas y el destino que buscas es Tenerife. Sigue leyendo para conocer los rincones que no debes dejar de visitar.
Parque Nacional del Teide
Como rincón igual es un poco grande, es cierto, pero es que no te puedes ir de Tenerife sin visitarlo y, además, ¡se ve desde todas partes! El Parque Nacional del Teide es Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO y un paraje que hay que visitar más allá de sus distinciones. Ocupa el centro de la isla y tiene, como ya sabes, el pico más alto de España. Sus 3.718 metros se elevan para que te vuelvas loca con las vistas. El paisaje volcánico se funde con el Atlántico y en los días claros podrás ver las islas de Gran Canaria, La Palma, El Hierro y La Gomera. Puedes subir hasta bien cerquita del pico en el teleférico y hacer una caminata de unos 40 minutos para llegar hasta la cumbre de España. El tajinaste rojo (mejor en primavera) o la escurridiza violeta del Teide son dos regalos que, con suerte, encontrarás en tu camino.
Bosques mucho más que milenarios
Seguimos en la naturaleza, pero cambiamos la lava del volcán por uno de los bosques más antiguos del planeta. En el nordeste de la isla se levanta el macizo montañoso que acoge el Parque Rural de Anaga. Roques, diques, acantilados escarpados y barrancos forman una geografía que ya es interesante de por sí. Si tienes la suerte de poder ver el mar de nubes desde los puntos más altos no lo vas a olvidar en tu vida. Pero, para nosotras, el gran reclamo es el bosque de laurisilva, del que se podría decir que es casi un fósil de bosque. Por suerte, este anciano tiene muy buena salud gracias a los cuidados que le proporcionan en la isla. Cuarenta millones de años lleva transformándose, lleno de musgos, líquenes y helechos gigantes que le dan un aspecto de película. Camina por sus senderos, siente el fresco por la humedad que custodian sus árboles con celo y no dejes de ser consciente de la increíble longevidad de lo que te rodea.
Una playa cada día
Quizás sea un buen momento para descansar y tumbarse en cualquiera de las playas tinerfeñas. La mayor de las Canarias tiene una longitud de costa de 324 kilómetros y playas de todas las condiciones. A decir verdad, la isla tiene todas las variables posibles: la orientación, los vientos y los diferentes tipos de fondos hacen que puedas visitar un mar distinto cada día. El Bollullo, en La Orotava, es una playa salvaje de arena negra… en la que tienes a mano todos los servicios. Si te apetece pasear por un pueblo de pescadores antes o después de tomar el sol y darte un chapuzón, la arena dorada de Las Teresitas es tu opción. Tamadiste tiene un nombre de cuento que anticipa lo que te vas a encontrar en ella. Solitaria, con un acceso que requiere cierta pericia y un Atlántico que, a veces, se muestra con toda su fuerza. Podríamos seguir hasta el infinito. En Tenerife está, sin dudarlo, tu playa ideal.
Acantilados sobrehumanos
Las paredes verticales caen a plomo desde casi 600 metros hasta el mar. El Acantilado de Los Gigantes, no importa si desde arriba o desde el mar, es algo que no debes perderte. El acantilado es el final del Parque Rural de Teno y bajo él hay fondos marinos de hasta 30 metros de profundidad. La diversidad de su fauna y flora, junto con las buenas condiciones climáticas y de luz, hace del pie del acantilado un rincón ideal para buceadoras (uno más de todos los que hay en la Tenerife). Para tener una buena vista, el Mirador de Archipenque, y para sentir la inmensidad de la pared desde arriba, camina por cualquiera de las rutas que lo recorren. Te recomendamos la ruta de Masca.
Historia y cultura
San Cristóbal de La Laguna, antigua capital de la isla, es otro enclave señalado con la etiqueta de Patrimonio de la Humanidad. Sus calles y edificios respetan lo que durante los siglos XV y XVI decidieron construir sus arquitectos y urbanistas. Se ve que lo hicieron con tino. El corazón de la ciudad perdura y La Laguna sirvió como ejemplo para la construcción de ciudades como La Habana Vieja, allá en lo que entonces se llamaba “El Nuevo Mundo”. A la historia que susurra desde cada rincón de la ciudad se une la vida cultural promovida por la Universidad de La Laguna y por los muchos visitantes que buscan allí una actividad para después del deporte o la playa. Cada día hay representaciones y conciertos de todo tipo. Icod de Los Vinos, Garachico, La Orotava o Candelaria también tienen cascos urbanos que merece la pena descubrir.
Mira a las estrellas
No es un rincón como tal. De hecho, es un reflejo perfecto de la inmensidad del universo, en el que te vas a sentir maravillada. El cielo de Tenerife es uno de los más limpios del planeta y por eso su observación nocturna es una de las actividades que te recomendamos con más entusiasmo. Hay multitud de guías y empresas que te llevarán al lugar perfecto para dejar que tu imaginación fluya libre contemplando las estrellas. Andrómeda, Orión, Pegaso o las célebres osas, la Mayor y la Menor, todas tienen una historia que te van a contar con sabiduría para añadir un detalle más a una noche perfecta.
Piscinas en el mar
Unas somos más de piscina, otras más de playa. En Tenerife hay algo que puede satisfacernos a todas: las piscinas naturales. Las coladas volcánicas dejaron en la isla todo tipo de formaciones. Entre ellas, una de las más vistosas, y de las más aprovechadas en los últimos años, son las piscinas naturales. Como sabes, en Tenerife siempre hace buen tiempo, así que podemos disfrutarlas en cualquier momento. Al norte o al sur; urbanas o agrestes, destaca sobre todo su aspecto rocoso debido a su origen volcánico. Solo tienes que ir explorando y quedarte en la que más ojitos te haga. En el Charco del Viento, por poner un ejemplo, te regalan un baño entre acantilados en un marco natural impactante.
Bailando con…delfines
Nos encantan. A todas. Ver un delfín es algo que activa un mecanismo que nos devuelve a una parte hermosa de la infancia. La costa tinerfeña acoge colonias estables de delfines y calderones que se dejan ver sin demasiada vergüenza desde las embarcaciones dedicadas a estas actividades. No olvides escoger una embarcación con el distintivo “Barco Azul” para que tu avistamiento sea responsable con el medio.
Atrévete a probar
Guachinche es una palabra llena de sonoridad que nos sugiere mundos ancestrales… y fogones tradicionales. Los guachinches son los herederos de las casas de comidas y el refugio para la gastronomía más arraigada en la isla. La materia prima es la base sobre la que se asientan los platos de la cocina tinerfeña, mostrando un sinfín de establecimientos por toda la isla que reflejan el sabor de la gastronomía local y los productos kilómetro cero.
Todo llega de la isla, o del mar que la rodea, en el momento óptimo para cocinar platos llenos de sabor con matices europeos, africanos y americanos. El mestizaje en la cocina es una seña de identidad de la isla. Papas con mojo, lapas, carne con papas, cochino negro, cherne, quesos, vinos, puchero canario… Si, como nosotras, eres de comer bien, te va a encantar.
Junto a estas comidas más tradicionales, nueve estrellas Michelin y 28 soles Repsol ponen la técnica al servicio de los mejores ingredientes para exprimir sus sabores.
No te olvides de probar los vinos que nacen de los volcanes. Bueno, de las viñas que crecen en suelo volcánico, nos entendemos. Ese sustrato da los vinos tinerfeños una personalidad única. Te sorprenderán desde el primer sorbo y acompañarán con excelencia tus aperitivos o comidas.
La lista podría ser interminable si añadimos los rooftops o beach clubs más originales y exclusivos, las muchas instalaciones de wellness que se reparten por la isla. Tampoco terminaríamos nunca si enumeráramos todas las actividades al aire libre para las que Tenerife es un sueño. Lo mejor es que saques ya tus billetes para cuando mejor te venga. Por el tiempo ni te preocupes: en Tenerife siempre hace bueno.
