En España, las mujeres tomamos cada vez más tarde la decisión de ser madres. Los últimos datos del INE (junio 2022) indican que nuestro primer hijo llega a los 32,6 años, muy lejos de los 25,24 años a los que daba a luz la generación anterior (1975).

En una sociedad que no pone las cosas fáciles a las madres, donde el trabajo no permite conciliar, los salarios son bajos (poco más de 18.000 euros de media, en 2022) y en la que las mujeres se siguen ocupando en un elevado porcentaje de los cuidados de ascendientes y descendientes, hace que nos lo pensemos concienzudamente antes de tomar la decisión de traer un bebé al mundo.

Al margen de los factores económicos y 'logísticos', la decisión de tener un hijo ha de ser tomada de manera realista y reflexiva. La maternidad no es solo ese momento placentero de darle pecho mientras se establece el vínculo entre tú y el bebé o jugar juntos en casa, o dar un paseo todos en el parque. No hay que idealizarlo.

La maternidad es todo lo que viene después: los llantos cuando lo quieres acostar en la cuna, preparar la merienda todas las mañanas, ayudarle con los deberes y exámenes cuando llevas 14 horas levantada y trabajando, hacer varias coladas por semana, pensar menús saludables para al menos tres personas, estar pendiente de que se lave bien los dientes, etc, etc, etc. Es tan enriquecedor como agotador.

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Por experiencia, quien te diga que no cambia la vida, miente. Cambia radicalmente, de arriba abajo; hay cosas que no volverás a hacer, otras que harás diferente y otras que nunca habías pensado realizar y en la que te convertirás en una maestra (como distinguir lo que le pasa a tu hijo según el tipo de llanto o hacer disfraces de Carnaval con tres trozos de papel cebolla). Así que hay que tomar la decisión con calma; te damos todos los detalles para acertar.

Qué tener en cuenta antes de planteárselo

Básicamente, antes de cualquier otro aspecto, lo primero que tienes que hacer es hablar con tu pareja para saber si estáis de acuerdo en tener un hijo. Pero no solo en el 'hecho fisiológico'; también tienes que averiguar si compartís puntos de vista que serán claves más adelante. Por ejemplo, las finanzas, la disciplina, los límites, el tipo de escolarización, los valores que vais a transmitir y el delicado tema de la religión. Si estáis muy distanciados en uno o más de estos puntos, intentad hablarlo antes de un posible embarazo, porque cuando los niños empiezan a crecer, son claves para una familia (y una pareja) unida.

Es importante, por otro lado, prestar atención a la salud de los progenitores. La edad es un factor clave para quedarse embarazada o no, tener un buen parto o no y que el bebé nazca o no con buena salud. También es clave para el cuidado de un hijo; no se tienen las mismas fuerzas a los 30, que a los 40 o a los 50...

Y luego están los aspectos económicos y logísticos. ¿Tenéis un trabajo más o menos estable los dos, con un horario que os permita compartir tareas y un salario con el que se paguen los gastos de un hijo (calcula unos 800 euros al mes durante los tres primeros meses de vida)? También tienes que comprobar si tenéis una casa con espacio, si necesitáis un coche más grande...

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Algunas preguntas a las que debes encontrar respuesta

  • ¿Cómo vais a organizaros con el cuidado del niño?
  • ¿Educación pública, concertada o privada? ¿Irá a alguna guardería o colegio concreto?
  • Cuando el bebé/niño se ponga enfermo, ¿quién podrá ausentarse del trabajo y quedarse en casa para cuidarlo?
  • ¿Alguien tiene la suficiente flexibilidad laboral para cuidar al hijo?
  • ¿Sois conscientes de que vuestra vida va a cambiar tanto que disminuirá vuestro tiempo personal y vuestra energía para siempre? Por no hablar de lo que disminuirá la cuenta corriente...
  • ¿Qué valores queréis transmitir a vuestro hijo?
  • ¿Le educaréis en alguna religión concreta, o en el agnosticismo o en el ateísmo?
  • ¿Tenéis una relación lo suficientemente sólida como para aguantar el terremoto que supone tener un hijo?
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Señales de que estás preparada para ser madre

Estás sana

Parece una obviedad, pero no lo es. Un ovario poliquístico, una endometriosis o un exceso de prolactina puede complicar la fertilidad de la mujer, además de otros factores que no se pueden controlar como los genéticos o ambientales. Pero un estilo de vida saludable puede mejorar las opciones de quedarse embarazada: no fumar, no beber alcohol, estar en un peso adecuado, no haber contraído enfermedades de transmisión sexual... ayudan.

No te lo tomas como una obligación

Piensa junto con tu pareja que esto de tener un hijo no forma parte de una 'checklist vital' y que lo que quieres es pintar un 'double check' para 'completar tareas'. Si no estás todavía convencida por ti misma, si aún piensas que (por tu edad, porque te lo dice tu familia, tu entorno...) te 'toca' tener un bebé, déjalo. Tener un bebé por obligación o sin plantearse realmente si queréis ser padres puede llevar a la frustración y la decepción más adelante, cuando estéis en pleno estrés de la crianza.

Puedes estar en presencia de otros niños

A ver, que todo es respetable, pero si eres de esas personas que busca hoteles y restaurantes 'adults only' porque, seamos sinceros, aborreces el ruido de los niños, que rompan o tiren cosas, que hablen más alto de la cuenta... pues entonces esto de la maternidad no va a ser para ti. Los niños no son estatuas ni esfinges ni se van a portar como la familia Von Trapp de 'Sonrisas y Lágrimas'; tendrás que limpiarles el culete, quitarles los mocos con aparatos imposibles y soportar que te lancen comida en tus objetos más preciados. ¿Estás dispuesta? Este trabajo es para ti.

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La relación entre vosotros es buena

Como hemos dicho antes, antes de pensar en quedaros embarazados, tenéis que hacer un poco de 'examen de conciencia' del estado de la pareja. Además de que ambos estéis de acuerdo en ser padres, la relación entre ambos debe ser buena, porque lo más equivocados que podéis estar es si creéis que el bebé salvará una pareja que se está cayendo en pedazos. Si las cosas están mal, tener un hijo (repetimos: un auténtico terremoto) solo las llevará a peor.

Entiendes que tu labor es acompañar a tu hijo

Lo lamentamos: tu trabajo como madre no es decirle lo que tiene que hacer, ni cómo hacerlo, ni ser cajero, ni recepcionista, ni lavandera... Tu tarea como madre (o padre) es acompañar a tu hijo en su crecimiento, pero no ser padre helicóptero. Es mucho más difícil estar a su lado mientras evoluciona y se hace autónomo, quedarte callado en vez de controlar, dejarle claro que le tendrás a tu lado cuando lo necesites en vez de decirlo todo, pero así es la educación.

Acabemos con una nota de humor. Un 'sketch' ya clásico de José Mota muestra a un padre al que el obstetra (Mota) le anuncia en un hospital el nacimiento de su primer hijo y le pregunta que "si se ha leído el prospecto". "¿Qué prospecto?", señala el recién padre. Y el cómico comienza a leerle los efectos secundarios de tener un hijo: "insomnio, descenso de la frecuencia de las relaciones sexuales, permanencia de la suegra en el hogar y 'baldaje de la espalda con acune continuo".

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Los que ya hemos pasado por ahí nos reímos y nos damos cuenta de cuánta verdad tiene José Mota, pero cuando terminamos de ver el vídeo (que agradecemos infinito que no dure más de un minuto), levantamos los ojos del móvil y nos encontramos con ese 'pequeño' de 10 años que viene corriendo, te abraza en el sofá y te besa, diciendo: "Te quiero, mamá".

Bueno, Mota, yo me leí el prospecto, los efectos secundarios y las contraindicaciones (hasta tuve depresión posparto y casi me divorcio), pero desde que nació mi hijo, todas y cada una de mis venturas y desventuras valieron la pena.