Los clubs de lectura están más de moda que nunca gracias a figuras como Dua Lipa y Kaia Gerber, que han creado los suyos y han hecho que leer sea el hobby del momento. No es casualidad que el auge de esta tendencia coincida con un momento en el que las nuevas generaciones cada vez apuestan por un estilo de vida más saludable, haciendo de los gimnasios y de las clases fitness en clave disco las nuevas discotecas y cambiando las cervezas por smoothies. A su vez, el hashtag #BookTok cuenta con cada vez más usuarios que comparten sus recomendaciones literarias con sus seguidores.

Pero junto al auge de la lectura nos topamos con cantidad de usuarios que presumen en sus redes sociales de ser ávidos lectores. Figuras como Bob Pop suben a sus redes los libros que leen indicando cuántos llevan leídos, por lo que genera en algunos usuarios cierta ansiedad y frustración al darse cuenta de que mientras que hay quienes en el mes de abril llevan 14, no han logrado siquiera terminar el primero. Por si fuera poco, los libros se han convertido en elementos decorativos e incluso e ocasiones, en elementos que funcionan como símbolos de estatus (Gwyneth Paltrow tiene un curador de libros que elige cuáles ha de tener en casa, e incluso diseña cubiertas 'ad hoc' para crear una estética concreta). La tendencia ha llegado tan lejos que incluso se habla de “bookshelf wealth” (riqueza de estantería de libros), con usuarios de TikTok asegurándose de tener cantidad de obras a la vista seleccionadas en demasiados casos como elementos decorativos. Ya en los siglos XVIII y XIX era impensable que una casa bien no tuviera una cuidada librería, y ahora desde clubs privados hasta hoteles de lujo cuentan con las suyas, pese a que es más que probable que jamás alguien lea uno de sus libros.

obsesión por leer
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Por qué leer es una nueva competición

“La “riqueza de la estantería” no consiste en fingir que lees mucho, sino en tener tiempo para crear un espacio REAL con libros que realmente quieres leer, no solo para que se vea más estético”, aclara la tiktoker Breana Reads en un vídeo en el que enseña sus estanterías, atestadas de libros sin orden alguno, para demostrar que ella ama leer no para presumir, sino para aprender, evadirse y/o disfrutar, que al fin y al cabo son las claves por las que leen a quienes les da igual que los demás lo sepan.

"Ahora no se trata sólo de lo que lees, sino de cuánto y a qué velocidad”

Pero no sólo nos enfrentamos a quienes hacen de los libros el nuevo Birkin, sino a una especie de competición no anunciada por nadie por ver quién lee más y más rápido. “Hubo un tiempo en el que lo que leías era lo que te garantizaba el derecho a presumir. No puedo contar cuántas horas he perdido leyendo “clásicos” que realmente odiaba, pero que otros no podían creer que no hubiera leído. Ahora, sin embargo, no se trata sólo de lo que lees, sino de cuánto y a qué velocidad”, escribe en ‘Stylist’ Amy Beecham.

"El acto de leer, que alguna vez fue personal y privado, se ha vuelto público y performativo"

“Es más, en la era de (sobre)compartir en las redes sociales, el acto de leer, que alguna vez fue personal y privado, se ha vuelto público y performativo. Los influencers de Booktok comparten ambiciosas listas de lectura de 100 títulos, actualizan a sus millones de seguidores diariamente sobre cómo está progresando el número de páginas e intencionalmente o no, hacen que todos los demás se sientan incapaces de dedicar 15 minutos al día a leer”, asegura.

El 26% de los españoles afirma tener dificultades para mantener la concentración

Tampoco podemos negar que como señalaba Breana Reads, en el realidad es tiempo lo que necesitamos, por lo que aunque comprobamos cómo cada vez tenemos más libros sobre la mesa o en las estanterías, en ocasiones leer es complicado, no sólo por falta de tiempo, sino también porque para hacer una lectura a fondo, se necesita atención plena, algo cada vez más inalcanzable en tiempos de atención líquida. “Hay que tener en cuenta que la tecnología en sí misma no necesariamente reduce la capacidad de concentración; sin embargo, su uso inapropiado o excesivo puede contribuir a la disminución de la atención en las tareas que se realizan. A esto se suma que la necesidad de estar conectados constantemente produce una disminución de la capacidad por estar presentes”, dice Elena Luengo, directora de Innovación de Cigna Healthcare España. Las notificaciones constantes y la sobrecarga de información suponen una distracción frecuente en el día a día e interfieren con la realización de tareas, y el estudio Cigna 360-Vitality muestra que el 26% de los españoles afirma tener dificultades para mantener la concentración como consecuencia del estrés.

"A las apps que miden los pasos no se las puede engañar. A Goodreads, sí"

En ocasiones, leer el libro que tus amigas te han recomendado y que tantas personas comparten sus redes sociales deja de convertirse en un acto placentero para transformarse en una especie de obligación, transformándose así en una tarea más que sumar al interminable listado. Por si fuera poco, los amantes de la lectura posiblemente conozcan bien Goodreads, donde poder apuntar cada libro leído para poder echar un vistazo al listado pasado el tiempo, como si fuera una especie de Instagram literario. Sin embargo, al contrario de lo que pasa con apps que miden los pasos, a esta se le puede engañar. En esta aplicación puedes ver cuánto y qué leen tus amigos, y aunque por descontado así se descubren nuevos títulos, en muchas ocasiones nos comparamos con los demás y terminamos sintiendo que no hemos leído demasiado. Sí: otra cosa más a añadir a la lista de “cosas que no he hecho lo suficiente”, como ir al gimnasio o meditar.

"No presumes de leer, presumes de lo que lees"

"No presumes de leer, presumes de lo que lees. Si fueses una lectora empedernida de novela romántica, seguro que no lo subirías a tus redes, a las que subes libros que te dan un estatus de persona intelectual y cool. Si lees 'Tan poca vida', lo subes, porque te da caché. En realidad la clave está en qué tipo de libros lees", asegura Andrea Tommasini, jefe de prensa en Penguin Random House. "Es cierto que GoodReads tiene un apartado en tu perfil llamado "desafío de lectura", en el que te marcas un objetivo. Yo, por ejemplo, he puesto que me tengo que leer 30 libros al año. A veces llego, y otras, no, pero no pasa nada. Sin embargo, aunque haya quien compite por ver quién lee más, no creo que se pierda la magia de leer", añade.

Muchas se sienten tentadas de terminar libros que no les gustan, en lugar de leer los que quieren

“Poner objetivos o medir el progreso en plataformas públicas puede añadir una capa extra de motivación extrínseca que tiene el potencial de servir de apoyo y motivación, pero también de añadir presión. El aspecto social de estas aplicaciones puede contribuir a la presión por cumplir objetivos o comprarnos con los demás. Cuando se trata de leer, muchas personas se sienten tentadas de terminar libros que no les gustan, en lugar de ir a por las obras que realmente les interesan”, advierte a ‘The Cut’.

La magia de leer radica en poder viajar a otros lugares, vivir otras vidas e incluso descubrir cosas de nosotras mismas a través de la mirada de otras personas, por lo que cuando los libros se convierten en meros accesorios o incluso en elementos competitivos, leer deja de ser un hobby delicioso y escapista para ser una ocupación más... Y ese es el peor epílogo posible.