Ella solita llena cualquier cosa: una Gran Vía que se despereza, el desayuno con el equipo, que ameniza con una ocurrencia tras otra, y la ventana de la sala donde hacemos la entrevista, en la que se sienta para encadenar cigarrillos mientras gesticula, ríe, siente, llora y se le «eriza el vello de los brazos», como dice cada dos por tres.

Habla atropelladamente, a velocidad de vértigo, pero siempre de manera generosa y valiente. «Yo te lo suelto todo, ¿eh?», exclama al comenzar, como advirtiendo que tendré que ser yo quien ponga freno a su vehemencia cuando esté delante del ordenador, porque ella no se piensa dejar nada dentro. El pelo ultracorto le sienta de cine (acaba de terminar de rodar 'Sin fin', a las órdenes de los hermanos Alenda) a este animalillo travieso que se te enreda en el alma con esos ojos verdes que hasta a Lorca hubieran desvelado.

Un cachorro apasionado y sediento de amor que se sacude la soledad escuchando día y noche a Enrique Morente, «al que no conocí, aunque es como mi padre... Me funciona como una nana». Y es que María León (Sevilla, 1984) es una anciana que habita dentro del cuerpazo de una mujer menuda con las maneras de una niña chica.

El 17 de noviembre estrena 'El autor', de Manuel Martín Cuenca, una historia sobre el talento y el miedo a la creación basada en la novela 'El móvil', de Javier Cercas. Lo hará junto a Antonio de la Torre y Javier Gutiérrez, otras dos fieras de la escena. María lo mismo le da a la comedia que al drama o a la tragicomedia, como le gusta llamar a sus Carminas: 'Carmina o revienta' (2012) y 'Carmina y amén' (2014), que rodó a las órdenes de su hermano Paco y con su madre como coprotagonista.

Seis años de papeles cómicos, uno tras otro, no han hecho olvidar a la Pepita de 'La voz dormida' (2011), uno de sus primeros trabajos y el más desgarrado, por el que recibió con 26 años la Concha de Plata de San Sebastián, el Goya a la Mejor Actriz Revelación y el Premio de la Unión de Actores. Recuperamos a esa María en su segundo personaje serio, con el que se hace desde el minuto uno.

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¿Con qué registro te sientes más cómoda?

Son dos maneras diferentes de tirarte a la piscina; en una te haces unos largos y en otra lo haces a bomba, pero me lo paso igual de bien. El disfrute parte del mismo sitio, de mis entrañas. Me gustaría incluso ser mujer bala en un circo y que me tiren con un cañón. ¡Sería genial!

¿Es verdad que Paco sabía que serías actriz antes de que tú misma te dieras cuenta de ello?

Como hermano mayor y referente, le admiro tanto... Es un genio, ya se le veía al tío que tenía ojo; no sólo actúa y baila, sino que dirige, escribe... Supongo que me miraba mientras jugaba y disfrutaba de pequeñita, y advirtió algo. Me animó a que probara, y me descubrió una de las grandes pasiones de mi vida: ¡mi profesión!

¿Qué significa él para ti?

¡Uy, me voy a emocionar! Tengo dos hermanos que son los pilares de mi vida, y una familia generosa. Lo supe en 'Carmina o revienta'. Si uno dice «ah», allá van todos sin preguntar por qué, ni preocuparse por las consecuencias.

¿Te ha dado tiempo a sufrir por amor?

Se puede hacer ya desde los cinco años. Yo he sido muy enamoradiza, y aún me encandilo constantemente; no sólo de alguien con quien me guste tener sexo, sino de gente que admiro, que me gusta. Padecer es estar vivo.

Los León venís del mundo del circo. ¿Cómo lo veías de niña?

Desde que tengo uso de razón, las narices de payaso han rulado por la casa. Era totalmente natural. Y, cada vez que llegaba el circo a Sevilla, salíamos los primos a cerrar el espectáculo. Yo soñaba con ese momento; el de ponerme el traje y saludar.

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¿Sigues llevando el rosario de tu abuela Ana María a los rodajes?

¡Sí! Siempre está en mi bolso. Me lo dio para que me acompañara en un show de Paco. Era yo chiquitilla y, desde entonces, no me lo quito nunca. Mi abuela Ana María, la leona, fue un ángel, una de las personas más mágicas que he conocido en cuanto a generosidad y libertad. Para eso hay que tener un alma muy grande y muy bonita, y ella la poseía. No pasa un solo día en que no se encuentre en mi pensamiento.

Tu tatuaje dice Lions Love, y tu cuenta de Twitter es @laleonademaria. ¿Dónde acaba una y empieza otra?

Soy leona antes que María, en cualquier ocasión. Me veo bastante animal, y es algo que no me gustaría perder, porque soy todo impulso. Con 33 años, aún me doy unos porrazos...

¿Cómo ha sido trabajar con Manuel, Antonio y Javier?

Una locura. Son tres maestros a los que he podido observar de cerca, y he aprendido de ellos. Antonio es auténtico, especial, impulsivo y animal. De Javier Gutiérrez, enamorada hasta las trancas; es que es un actor gigante, de tripas, de verdad, que se trasforma y no ves cuándo ni de qué manera ha sido... ¿Cómo es capaz de coger ese volumen? Su altruismo está en la inteligencia que tiene; es un bicho. Y rodar con Martín Cuenca no es fácil; él era el autor. Nos engañó y nos manejó como a títeres... y lo digo desde una admiración absoluta.

¿Crees en el techo de cristal que tienen las mujeres, en muchos casos hasta en su propia casa?

Quiero pensar, como feminista pro que soy, que eso está dejando de existir. Da igual el sexo, los complejos los tiene cada uno. Ese cristal hay que romperlo, visto que no tiene que ver con la sexualidad ni con ninguno de los géneros, sino con esos miedos internos de la persona.

Si tuvieras una varita mágica, ¿qué harías para conseguir que el mundo fuera más igualitario?

Empezaría por mí. El problema del machismo no viene sólo del hombre, sino, además, de la mujer, de la sociedad, de la religión, de lo que nos han enseñado... De una gran cantidad de mentiras, ya que las carencias las llevamos en el alma, no en el sexo. Eliminaría la queja, comenzaría a construir y a reivindicar desde una misma. Todos somos iguales: tenemos terrores, incertidumbres y cosas que aprender, y atacamos cuando nos sentimos heridos. Primero, quitaría a los políticos de en medio y pondría a gobernar a alguna madre... y a algún padre también, porque, como buena feminista, yo promovería la paridad y la igualdad.

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¿Cómo es Amanda, tu personaje en este film?

No es el tipo de papel femenino que conocemos. Ella es más chico que chica. Actúa con egoísmo y de manera menos inteligente que una de nosotras. Asume riesgos, tiene empuje y juventud, y aprovecha el impulso social. No se juzga, no se para a medir, decide luchar y disfrutar de lo que quiere, pisando y llevándose por delante lo que sea.

¿Y qué le ocurre a su marido, interpretado por Javier Gutiérrez, para que se quede en la sombra y se enfade tanto?

Que entiende que su mujer vive, mientras que él no. Amanda es vital, tiene unas ganas enormes de experimentar y de equivocarse. Y a él, que es el autor, le dan miedo ambas; por eso se bloquea. No es consciente de que los resultados te vienen cuando te sobrepones al temor. Esa es la clave para un montón de asuntos.

¿Y a ti? ¿Te asusta alguna cosa?

¿A mí? ¡Muchas! Procuro evitar y apartar ese sentimiento, dado que no sirve para nada. Es paralizador; lo han inventado las religiones para utilizarnos. Pero existe.

¿Cómo te alejas del ruido en el que estamos inmersos?

Escucho flamenco. Por ejemplo, a Enrique Morente, a Manolo Caracol... O me voy a pasear con mi perra Uma, que en portugués, significa La Primera, como la venta que tenían mis padres en Sevilla. Cuando la veo relacionarse con otros animales (a ellos les dan igual la raza, el color, el sexo, el tamaño...), descubro lo sencillo que resulta ser feliz. Y, sin embargo, se nos olvida a diario.

¿Qué papel te hubiera gustado interpretar?

El de María Barranco en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'.

¿Cuál ha sido el mejor piropo que te han echado?

En París, un chico me espetó: «Eres vida. Un torbellino de luz». Nunca me han dicho nada tan tierno.

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¿Y el mejor consejo?

Que, tras la dificultad, siempre llega el aprendizaje; no queda otra que saber.

¿Cuál es, hoy por hoy, tu sustento emocional?

El amor. Lo necesito para trabajar, para salir a la calle... Me gusta que la gente me sonría. Y es un problema, porque es cada vez menos frecuente. Si no lo tengo, me vengo abajo.

¿Por qué tanta gente dice que no ve cine español?

Los que dicen eso son muy catetos. ¿Qué es lo que valoran de fuera? ¿No es mejor pensar que, si nos apoyáramos, nos iría mejor? Si estás dando una patada a lo que tienes delante, ¿qué oportunidad te das a ti mismo?

¿Qué cosas te llevarías de tu Sevilla natal a Madrid, y qué otras en el sentido contrario?

Me traería el olor a azahar, los naranjos, el río, el barrio de Santa Cruz, a mi madre... Y de aquí para allá, a mi familia, la Gran Vía, las Vistillas... y La Latina entera.