¿Qué crees que hace a los isleños como tú tan especiales?
Es difícil de explicar, los canarios lo intentamos, pero siempre nos quedamos cortos. Viviendo en una isla valoras de otro modo las cosas. Hay que sentirlo para comprenderlo...

Quien piense que lo de las modelos es sólo genética es que no se ha parado a ver tu cuenta de Instagram...
(Risas). Me encanta estar en forma y cuidarme. Antes reflejaba todo en un blog, pero lo cerré porque era una esclavitud. También dejé de estar activa en mi cuenta de Facebook y ahora prefiero Instagram porque es más potente, variado y ameno: un día subo una receta, otro hablo de un ejercicio o de un alimento, cuelgo vídeos... Sigo conectada con el mundo, aunque de distinta manera. He vivido unos años muy intensos a nivel profesional y necesitaba parar porque había llegado a bloquearme. Ahora me dedico por completo a mi carrera como modelo y vivo a caballo entre Las Palmas y Nueva York. Esta es ahora mi base de operaciones.

¿Qué consejo darías para ralentizar el ritmo de vida 
y ser más consciente?
Hay que parar y preguntarse «¿para qué corro?». Lo profesional es muy importante, pero es necesario aprender a disfrutar de lo sencillo. Lo que más queremos siempre está cerquita de nosotros.

¿Cómo es la despensa y la nevera de una modelo-nutricionista y un entrenador?
¡Somos un poco frikis, la verdad! (risas). Todo es fruta y verdura fresca, pollo, pescado... No hay latas ni leche: tomamos bebidas de arroz o de coco, productos veganos como el tempé (un fermento del grano de soja con mucha proteína), tofu, hamburguesas vegetales y legumbres y cereales: quinoa, mijo, trigo sarraceno... Y nunca falta amasake, un fermentado japonés de cereal con microorganismos vivos que ayudan al tránsito intestinal.

Así que seguís la corriente slow food, tomando alimentos de temporada, productos de kilómetro cero...
¡Efectivamente! Y sin forzarlo, porque en Canarias tenemos la suerte de contar con pequeñas tiendas que se proveen de la huerta de los pueblitos más cercanos. La clave de una nutrición sana es volver a descubrir la sencillez de los alimentos frescos de verdad, los que saben a lo que son. Recuperar el placer de saborear un tomate bien aliñado, por ejemplo.

¿Qué es mejor: hacer deporte comiendo de todo o dieta y sofá?
Cada una por su lado te llevan a una actitud ansiosa. El gran problema es pensar que comer lo que uno quiere es la felicidad. Cuando te nutres bien y haces ejercicio, no te apetece ni pegarte un atracón el domingo ni matarte en el gimnasio el lunes.

¿Qué actividad te aporta más?
Yo practico yoga a diario desde hace cinco años. Lo probé en el centro Jivamukti de Nueva York y quedé enganchada; ya es mi templito de paz allí. En mis viajes de trabajo lo primero que hago es buscar un gimnasio para hacer circuitos. Y cuando estoy en casa no sigo una rutina, voy a correr o a caminar por la playa. El mar me aporta tranquilidad. Cuando lo tengo cerca me siento plena. Hay que escuchar al cuerpo.

¿Cómo te gustan las fragancias?
Muy frescas, pero con personalidad al mismo tiempo. De la trilogía Di Gioia de Giorgio Armani me quedo sin duda con Acqua. ¡Me encanta!