Estamos ante un signo que, de tanto fuego que lleva dentro, acaba siendo una gran hoguera con capacidad para quemar el mundo entero. El fiero león es orgulloso y presumido, expansivo y generoso, tremendo y excesivo.

En el amor se entrega con determinación y es capaz de querer por todo lo grande, con toda la pompa y la gloria que se mere­ce un acto romántico. No obstante, quien se enamore de una de estas criaturas que han nacido con los calores del verano debe tener muy presente que parte del atractivo que un leo encuentra en darse a los demás reside en la meta de verse y sentirse recono­cido, admirado y querido.

Y es que peca de narcisismo aunque, eso sí, es un narcisista encantador del que resulta difícil olvidarse. Detrás de sus fastos de león descubrirás un ser bondadoso y generoso capaz de conmover a su pareja con su continua necesidad de que, finalmente, se piense en él y se le acaricie el lomo durante un buen rato.