He aquí el signo más fogoso y exuberante del elemento fuego. Junto a un arquero, parecerá imposible aburrirse, porque su pasión y su ilusión son capaces de enamorar a cualquiera. Es generoso y expresivo y, además, también tiene una dimensión idealista que lo convierte en un romántico empedernido.

Y es que sagitario no busca exclusivamente grandes pasiones, sino que parece aspirar a encontrar a su media naranja, aquella que conecte con él y comparta su visión del mundo. Se pasa la vida buscando un compañero ideal, pero hay que advertir a las almas más celosas y convencionales que un arquero es un ser abierto y desprendido, coqueto y poco demandante.

Es decir, que puede irritar al más tranquilo si lo que se espera de él es fidelidad y constancia. La buena noticia es que si en lugar de fidelidad esperas lealtad y, si en vez de constancia aprecias el idealismo, un sagitario te regalará, a cambio, una visión muy optimista y cariñosa de la vida.