Hablar del signo de la balanza es hacerlo de la búsqueda eterna del equilibrio. Claro que este tipo de personas no siempre lo encuentra.

Quien quiera vivir con su pareja experiencias abiertas, sin esquemas establecidos, y quien nece­site tirarse a la piscina de cabeza desde el trampolín se desesperará con un libra casi otoñal que siempre sopesa las opciones, que no se arriesga y que busca lo mejor, lo más tranquilo y lo más óptimo para todos. Pretender que pierda los papeles por completo es imposible.

Si se es un alma muy pasional será mejor abstenerse de enamorarse de esta balanza que sufre ante los conflictos y los de­sórdenes del corazón. En cambio, quien quiera una relación diferente, estéticamente refinada y a ritmo de vals, nunca se cansará de la buena educación de un libra, de su saber hacer, de su calidez y de esa sonrisa seductora y siempre lista para conmover y conquistar a aquellos que se encuentren a su alrededor.