Que esté nublado, que llueva, nieve o haga frío y que estés cubierta de pies a cabeza con ropa no quiere decir que pases desapercibida ante los rayos ultravioleta. Por si no lo sabías, hacen el mismo daño -o más- los rayos del "sol de invierno" que los del "sol de verano" (UVB). Y es que, como la temperatura no es la misma y el astro rey no calienta de la misma forma, obviamos que están ahí y pensamos que la protección solar es sólo cosa de la época estival. Y no se puede estar más equivocada, precisamente por eso existen los protectores urbanos formulados para cuidarnos del sol invernal.

Sol de invierno y de verano: ¿Cuál es la diferencia?

"En verano, la radiación predominante es la B o rayos UVB, responsable de las quemaduras solares y/o melanoma. En invierno, estos se reducen y dejan paso a los rayos UVA, que provocan la aparición de signos que marcan el envejecimiento prematuro de la piel, siendo todos negativos al alterar el funcionamiento celular", explica Sara Díez, Training Manager de Elizabeth Arden PRO.

Los rayos ultravioleta (UV), se dividen en UVA, UVB y UVC. Estos últimos se quedan bloqueados por la capa de ozono mientras que los otros llegan a la tierra… directamente a tu piel. ¿No sabes qué los diferencia? Te contamos todas sus características.

Qué diferencias hay entre los rayos UVB y UVA

¿Qué son los rayos UVB?

Son los de verano, los que te broncean, a los que temes y por los que crees que son los únicos por los que hay que protegerse. Constituyen el 5% de radiación ultravioleta que nos llega del sol y su energía tiene tanta fuerza que son capaces de atravesar ventanas y ropa fina hasta llegar a la piel.

Provocan quemaduras ya que se reflejan fácilmente, por lo que puedes llegar a recibir un 17% más de concentración de UVB a través de la arena y, mayor aún, de la nieve. Por eso deberíamos tener en cuenta la existencia de cuidados para la piel específicos cuando hace frío para no terminar con el cutis extremadamente seco, enrojecido, con más manchas en la cara y arrugas.

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También provocan alergias, afectan al sistema inmune debilitándolo y a la córnea, ya que los absorbe con facilidad (de ahí a la insistencia del uso de gafas de sol en condiciones muy soleadas).

Y lo que es peor, los rayos UVB también son los causantes de un gran números de casos de melanoma o cáncer de piel.

¿Qué son los rayos UVA?

Alcanzan toda la superficie de la tierra y tienen lugar durante todo el año, incluso en los días más fríos y más cubiertos de nubes. Constituyen el 95% de la radiación ultravioleta y también atraviesan ropa ligera o cristales. Sin embargo, esta "no duele" (como sí lo hace una exposición prolongada a los UVB) y debido a esto, no nos damos cuenta de que penetran hasta las capas más profundas de la piel, generando radicales libres y provocando alteraciones celulares que causan envejecimiento, manchas solares e incluso melanoma.

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Al no dañar la piel de forma inmediata y hacerlo poco a poco, no crean conciencia en la gente de protección frente a ellos, convirtiéndose precisamente en uno de esos errores bajo el sol que cometemos y pasan factura con problemas en la piel.

Rayos UVA ultralargos

Como su propio nombre indica, los rayos UVA ultralargos se designan así por su longitud de onda, alcanzando de 360 a 400 nanómetros. Precisamente, estaríamos hablando de los rayos más perjudiciales para nuestra piel puesto que pueden causar desde lesiones en el ADN hasta un mayor estrés oxidativo. Eso sin hablar de las manchas en la piel, posibles brotes de fotodermatosis, fotoenvejecimiento e incluso cáncer de piel.

Así que ahora que conoces las diferencias y similitudes entre ellos, acuérdate de hacerte con los mejores protectores solares, introducirlos en tu rutina de belleza diaria y que no se quede sólo en el sueño de una noche de verano.