New Mad Man
Una casa de estética fifties, donde se palpa la historia reciente del cine americano, es el sugerente refugio del fotógrafo Jonathan Lennard, de Walter, su perro, y de un imponente Mustang del 67.
Un viejo vecino sigue jurando que vio a Marilyn Monroe, el gran mito erótico de los cincuenta, entrar y salir discretamente de la casa hace ya demasiados años. No sabemos el porqué de sus visitas, ni siquiera la veracidad de éstas pero, sin duda, hoy permanece el recuerdo en este hogar californiano de una estética bohemia (no confundir con La Bohème de Montmartre pues poco tiene que ver) que junto al ecléctico mix de piezas vintage de mediados de siglo provocan la sensación de colarse en una película, ya en color, de los años 50 o 60 protagonizada por Paul Newman, Cary Grant o Humphrey Bogart. La simpática Holly Golightly no se colará por la ventana y no encontrarás a Sabrina sentada en el sofá crema de Adrian Pearsall, sin embargo, (y si sirve de consuelo), un icónico Mustang fastback del 67 estará aparcado entre cactus y palmeras, rodeado de un paraje sin parangón donde soñaríamos con ver el atardecer o meditar con vistas a la naturaleza salvaje del Benedict Canyon.
El fotógrafo de moda y director, Jonathan Lennard, renovó esta inusual casa situada en el barrio más famoso de la pequeña pantalla, ¿quién no recuerda la serie Sensación de Vivir? Pero nada empezó en Beverly Hills 90210. Fue una sesión de fotos con una (muy) joven Julia Roberts lo que situó a Lennard en el mapa de Hollywood. Recientemente ha terminado de rodar tres fashion short films: Selfishly Selfies, The Devil wore crimson y The Factory.
En 2011 cayó a los pies de este lugar cuya peculiar estructura y mágica localización le enamoró al instante, además, como el mismo dijo, este paraíso sólo está a unas millas de la Soho House o el Beverly Hills Hotel. "La casa (primera en este área) está llena de inspiración, además de luz natural y absoluta tranquilidad, también posee una cálida acústica dados los techos de madera y su forma", dice Jonathan Lennard, el cual invirtió mucho tiempo y energía buscando las perfectas piezas vintage, la mayoría en Rose Bowl, su mercado de antigüedades favorito. (Ni los diseñadores del set de Mad Men podrían haberlo hecho mejor).
El salón alberga muchas de esas piezas, el sofá naranja de imitación y el bol turquesa añaden toques funky de color a un ambiente suave y paciente. Lennard tiene una gran colección de álbumes, libros y fotografías del mundo de la moda, como las Polaroids de Guy Bourdin, que combinan sin sobresaltos con las pinturas de su novia mexicana, Reyna Leyva, quien solo se pinta a sí misma desnuda. Otro de los artistas de la casa es Walter, su perro, quien es capaz de posar con la misma soltura que las modelos de Lennard. La soberbia casa está terminada pero el fotógrafo ya tiene un nuevo y modesto proyecto: reformar su yate. •
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