Patios, en privado
Los patios nacieron hace siglos como espacios de recogimiento, meditación y también de disfrute al abrigo de miradas ajenas. Su condición secreta sigue haciéndolos sumamente bellos.
¿A que no saben lo que es un "hortus conclusus"? Pues sencillamente, es la forma en latín de referirse a un huerto cerrado, un jardín cercado que es, en pocas palabras, el ancestro de nuestra idea de patio. Es un "hortus conclusus" el lugar en donde se representaba en el siglo XV la Anunciación de la Virgen pero, paradójicamente, ha sido inspiración también para muchas propuestas contemporáneas en el mundo de la arquitectura, que si no tienen que ver con la virginidad, sí con el recogimiento. Por ejemplo, recuerdo el pabellón de verano que hizo hace unos años Peter Zumthor en la Serpentine Gallery de Londres, con la colaboración exquisita del maestro jardinero Piet Oudolf. Un espacio diseñado para la contemplación y reflexión, donde uno se iba adentrando hacia el patio central alejándose del ruido y el movimiento externo hasta llegar a un espacio de total intimidad. Allí sentada recordé el poema de Borges sobre el patio: "…Con la tarde se cansaron los dos o tres colores del patio". Así de cansados están los colores de los patios de Ricardo Bofill en su edificio de Calpe (Alicante), la "Muralla Roja", que construyó en 1973 como un laberinto de patios interconectados y teñidos de una miríada de rosas de todas las tonalidades. Esto es lo que lo hace hoy un destino favorito de los peregrinos del "selfie", que matan por su "likes" en Instagram porque, si acaso no se habían enterado, el rosa es muy tendencia.
También son una serie de patios interconectados las viviendas sociales que diseñó el Pritsker californiano, Thom Mayne, en Carabanchel. El edificio está planteado como un pueblo, alrededor de un gran patio central que, según contaba él mientras paseaba por la obra, lo imaginaba cuando ya estuviera recubierto de vegetación, como un centro de intercambio, donde los vecinos pudieran reunirse y relacionarse. En el fondo, el arquitecto veía el patio del mismo modo que lo vio ya María Zambrano años antes: como un lugar mediador entre el espacio ilimitado y el espacio acotado, el centro de la casa donde conviven sus habitantes con sus huéspedes, una especie de "ágora" doméstica. El patio es una tipología variada y universal, pero el patio hispano, decía Zambrano, "es símbolo y recuerdo de ese trocito de paraíso irrenunciable que según padres de la Iglesia como San Agustín, queda intacto en el alma."
Un pueblo, esta vez real, es Cao Cang Di, el sitio a las afueras de Beijing donde Ai Weiwei tiene su cuartel general. Allí el artista ha construido todo un barrio de ladrillo rojo y otro de ladrillo gris, materiales locales baratos y disponibles para todo el mundo. Pasear por allí es una especie de ruta de descubrimiento, las estrechas callejuelas desembocan en diversidad de patios que nos sorprenden por lo inesperado con acusados juegos de luces y sombras. En el fondo, el diseño de Ai Weiwei recuerda el de los antiguos y laberínticos "hutongs" del centro de Beijing, con construcciones de muros ciegos tras los que nadie diría que encierran asombrosos y bellos patios interiores. Ayer murió el escultor Xavier Corberó, de su obra lo que más impresiona es esa casa insólita construida en etapas diversas, sumándole arquerías como claustros que se multiplican para crear espacios en los que como él decía "lo realmente importante es el espacio mental no el espacio real". Pero también alberga un extraordinario patio circular con varias ventanas octogonales que a él le interesaba en especial porque forman un caleidoscopio con magníficos efectos de luz. Es una alucinante casa-patio, aunque no tenga nada que ver con las que hizo Mies van der Rohe con sus alumnos de la Bauhaus buscando soluciones económicas para viviendas con fines sociales. •
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