Vivir en un palazzo del XVIII
En el extremo sur de Italia, Antonio Scolari y Christian Pizzinini han recuperado un edificio noble del siglo XVIII para convertirlo en su particular universo. En él, la arquitectura, el arte y el diseño del pasado y del presente dialogan mostrándose mutuo respeto. Un proyecto en el que todavía siguen trabajando.
"Decidimos convertirnos en nómadas contemporáneos". Estas palabras (y esta nueva forma de ver la vida) pertenecen a Antonio Scolari y Christian Pizzinini, responsables del estudio de comunicación y relaciones públicas Pizzinini Scolari, con sedes en Brescia y Bolzano. "Gracias a internet y al avión, puedes estar conectado con el resto del mundo", añade este dúo que desde marzo a noviembre abandona el norte de la península Apenina para vivir en Salento, la comarca situada en el extremo sudeste del país. En el centro histórico de Galatina, una localidad a 20 kilómetros de Lecce,a pocos pasos de la iglesia barroca de San Pietro e Paolo, y de la basílica de Santa Caterina d'Alessandria, descubrieron el Palazzo Mongiò dell'Elefante, una joya de 1723 que en el pasado perteneció una familia de banqueros y que llevaba abandonada medio siglo. "Vimos el potencial del lugar desde el primer momento", afirman."Nos hemos divertido poniéndolo a punto nosotros mismos, tarea que nos llevó seis meses".
En el exterior de la propiedad no han querido intervenir, dejando los muros desgastados por el tiempo tal y como estaban, pero en el interior la cosa cambia. El palacio está dividido en tres niveles y ya desde la entrada, donde bajo un arco neoclásico encontramos una obra de arte contemporánea, se nos anuncia lo que encontraremos dentro: un pasado recuperado que dialoga con el presente. En la primera planta, la planta noble, se ha llevado a cabo una labor de restauración profunda. Scolari y Pizzinini le han devuelto el esplendor de sus mejores años a los suelos de baldosas y a las bóvedas y arcos de los techos. Aquí encontramos una cocina y los cuatro dormitorios de invitados que confluyen en un gran salón, para el que Eduard Habicher ha concebido una obra site specific. Subiendo las escaleras llegamos al antiguo granero y establo del palazzo en el que los propietarios han dado rienda suelta a su creatividad y caprichos: "Era un folio en blanco a reinventar y decidimos darle espacio al contemporáneo: suelos de mármol gris y rojo, ventanas grandes, espacios abiertos, Jacuzzi en la terraza, una cocina para 12 personas. Aquí es donde vivimos", explican. Ambos son coleccionistas de muebles del siglo XX y su casa se ha convertido en un espacio expositivo que mezcla piezas de apellidos ilustres del diseño con otras anónimas y de nuevos creadores que han encontrado en tiendas especializadas, galerías o subastas. Cuando se les pregunta si ya han concluido el proyecto, responden que no con tajante seguridad. "Siempre hay algo que añadir. Una obra de arte, un detalle, una nueva adquisición... Vivimos en un work in progress".•
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