Un hotel en Marrakech para disfrutar del silencio
¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? El de esta construcción marroquí fue, cuando menos, impresionante. Hoy es el hotel El Fenn, un oasis deco en Marrakech donde los colores vibrantes y las piezas arty rodean a clientes especiales, envueltos por el silencio.
Marrakech seduce a primera vista y tiene un poder hipnótico capaz de atrapar a una larga lista de celebs y royals pero, sobre todo, a los sensibles ante la belleza que no han podido resistirse a sus encantos. El flechazo volvió a surgir entre la galerista inglesa Vanessa Branson y una mansión casi en ruinas en la Medina, que se convertiría, sin saberlo, en el futuro hotel El Fenn.
Vannessa y Howell James (su socio y antiguo director de la casa de subasta Christie's en Londres) buscabanuna casa de vacaciones cuando encontraron, por casualidad, este riad a cinco minutos de la legendaria Koutoubia, en el centro de la ciudad. Se enamoraron de su atmósfera decadente y se lanzaron al reto de convertirlo en un hotel. Se nota que Vanessa comparte ADN con el aventurero y fundador del grupo Virgin, Richard Branson.
Cuando se traspasa la modesta puerta de entrada se es consciente de que aquí cualquier tiempo pasado no fue mejor, fue extraordinario, por su potente arquitectura interior (los muros tienen más de un metro de ancho). Por eso, en la restauración trataron de respetar al máximo los elementos existentes. El arquitecto marroquí Amine Kabbaj fue el maestro de ceremonias encargado de que esta unión entre tradición y modernidad fuera duradera. Se invirteron dos años para dar un nuevo aire al edificio. Las paredes se vistieron con tadelakt, un estucado brillante típico de Marrakech y se recuperaron los antiguos suelos de baldosas, las puertas de cedro labradas, los arcos y techos de filigrana de piedra…. Para la decoración, se apostó por un mix de muebles diseñados a medida, elementos orientales y piezas de los 30´s a los 70´s, y el toque definitivo lo puso Vanessa, que colgó de las paredes su colección particular de arte moderno y contemporáneo, y entonces llegaron los huéspedes especiales.
El verdadero lujo de un hotel de 5 estrellas puede ser eso: dormir, comer, pasear teniendo como compañeros a William Kentridge, Fred Pollock, David Shrigley, Francis Upritchard o Guy Tillim. En 2004 El Fenn abrió con 6 habitaciones. Su evolución ha sido fulminante: con la llegada en 2011 del torbellino holandés Willem Smit, que hace las veces de gerente e interiorista, crecieron a 34, todas con un diseño totalmente diferente. "Vanessa me comentó que estaba buscando a alguien para dirigir su riad. Esa misma semana viajé a Marrakech, me hechizó el hotel y tres meses después me instalé allí como director general", comenta Smit. Con él llegó la auténtica revolución: sustituyó los colores pasteles y empolvados, ¡quien se lo puede imaginar así ahora!, por gamas más vibrantes y rabiosas; dio rienda suelta a ciertos excesos, como la bañera XXL en plata para dos personas, y se atrevió con estilismos atrevidos (forrar de pan de oro de 23 kilates las paredes de una habitación es ¡arriesgado!). Los árboles frutales, la luz de las lamparillas al anochecer, el rumor de las piscinas y la charla tranquila en cualquier rincón invitan a decir: "Próximo destino: El Fenn, Marrakech" •
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