Un encantador piso en París, decorado por el interiorista Rafael Sitges
Sofisticación y elegancia se concentran en este piso haussmaniano que disfruta una familia madrileña durante sus estancias en París. Decorado por el interiorista Rafael Sitges, es un ejercicio de estilo y savoir faire.
Tener una segunda residencia en el corazón de París no es una decisión baladí. Y dónde y cómo hacerlo, tampoco. Los propietarios de este piso, una familia madrileña, optaron por comprarla en la Avenue Montaigne, conocida por su notable concentración de firmas de alta gama (Dior, Louis Vuitton, Chanel, Fendi, Gucci, Prada, Valentino, Ralph Lauren, Bulgari, Escada… y más), una calle tranquila y arbolada, donde el lujo se respira en cada metro cuadrado. Un exclusivo entorno para este pied-à-terre situado en la segunda planta de un edificio construido en la segunda mitad del s. XIX, en el periodo de modernización de París promovido por el barón Haussmann.
Acorde con el esplendor que caracteriza a los pisos construidos en esta etapa, en sus 150 m2 ofrecía una caja impecable: techos de cuatro metros, grandes ventanales, boiseries, parquet estilo Luis XVI, chimeneas de mármol… Pero necesitaba ser decorado en clave actual, sin traicionar su historia ni los elementos estructurales que le dan el carácter. Con el fin de conseguir un equilibrio entre lo nuevo y lo antiguo, los propietarios encargaron la decoración al arquitecto de interiores madrileño Rafael Sitges y a su estudio Et in Arcadia Ego. Este profesional optó por un mix tranquilo y equilibrado, basado en tonalidades claras, para potenciar la luz y el espacio. "La casa me transmite relax, comodidad y alegría", nos cuenta.
Es en el salón, sobre todo, donde se respira holgura y claridad, multiplicadas por un acertado tratamiento de las paredes, basado en listones de madera, a modo de boiserie, pintados en tres suaves tonalidades: beis, blanco y gris. Además de aportar profundidad y dinamismo, las boiseries crean el marco perfecto para los muebles y los complementos, elegidos en estos tonos. La mezcla de elementos modernos, antigüedades y obras de arte otorgan sofisticación. Así, por ejemplo, las lámparas Mirror Ball, de Tom Dixon, rabiosamente contemporáneas, dialogan con el espejo dorado y los candelabros del siglo XIX que la propietaria adquirió en un anticuario galo. Un mix de serena elegancia, pensado para atraer el charme y la joie de vivre. •
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