Una inmensa sensación de paz y serenidad nos envuelve nada más cruzar el umbral de esta vivienda. Blanca, sin apenas concesiones al color, cegadoramente luminosa y profundamente zen, la casa de la diseñadora de moda Johanne Riis refleja, con absoluta fidelidad, sus sueños cuando la imaginó.

Cuando la diseñadora Johanne Riis descubrió este viejo almacén, en 1989, se quedó fascinada y diseñó un acogedor espacio en el que vivir. Y ahora que sus hijos ya no viven en casa, cada metro cuadrado integra su lugar de trabajo y sus habitaciones privadas con un sello de marcada personalidad.

El sótano se convierte en su taller, la  planta baja aloja la tienda y el  showroom y en las otras tres plantas restantes se reparte su espacio personal, con el dormitorio y el baño en la zona más alta, el salón, comedor y cocina en la segunda planta y un gran dormitorio para invitados en la primera planta.

Con Johanne llegó la luz y el color blanco, dominante en toda la casa: paredes, suelos y techos se tiñeron con este tono sobre base de cemento o de tableros de madera lavada. La altura de los techos, la amplitud de las habitaciones y la abundancia de grandes ventanales son factores que confluyen para crear espacios luminosos, abiertos y muy relajantes.

Pero también son espacios vivos y cambiantes, gracias a las  ingeniosas soluciones creadas  por su propietaria:  mobiliario sobre ruedas, pantallas metálicas utilizadas como separadores de ambientes, diez mesas iguales que pueden colocarse por separado o juntas para formar una gran mesa de comedor...

Su principal  fuente de inspiración fue el estilo japonés, para crear una atmósfera casi zen matizada por el efecto de la omnipresente madera que, a pesar de ser un material denso, lejos de dar lugar a un estilo recargado, al estar teñida de blanco potencia el efecto de ligereza y suavidad decorativas.

Y así, en la planta que acoge el salón, el comedor y la cocina, semioculta pero no separada por completo, se aprecian los diversos ambientes sutilmente diferenciados pero formando parte de un todo.

Del mismo modo, el dormitorio con baño integrado que ocupa la última planta destila un aire de loft moderno y minimalista, luminoso y amplio, con una sensación de casita independiente favorecida por el techo a doble agua que queda a la vista.