En medio del bullicio de la Gran Manzana existe un espacio sereno y elegante, donde el tiempo parece discurrir más despacio y la sensación de bienestar físico y espiritual acompaña nada más cruzar el umbral. Es la calma en medio del caos, el equilibrio a salvo del estrés… el apartamento de la diseñadora Donna Karan, la reina americana de las pasarelas.

Enclavado en un edificio art decó en pleno Upper West Side y con unas vistas impagables a Central Park, este refugio es un fiel reflejo del estilo, las inquietudes y el modo de vida de la diseñadora que encuentra aquí la tranquilidad que necesita mientras trabaja en la city. Este apartamento, conjugado en tonos blancos y negros, se articula en grandes espacios abiertos y se viste con texturas que se alzan como protagonistas y aportan ricos matices a las líneas rectas. Espacio y textura son dos elementos esenciales para Donna Karan. “Espacio significa libertad y flexibilidad. Mi apartamento tiene que ver con fluir y con apertura, una habitación conduce a otra y el interior se funde con el exterior. La textura, para mí, es un camino para añadir una dimensión casi escultural a una habitación, bien con un tejido (como el cashmere o el lino) o a través de las superficies de la pared o el suelo (con materiales como el bambú o la piedra caliza)”. Todo, hasta el más mínimo detalle, ha sido diseñado buscando la elegancia de la sencillez que caracteriza a Donna Karan.

Los artífices del prodigio son los arquitectos del estudio Bonetti/Kozerski (creadores también de sus boutiques) que, con una intuición especial, han logrado aportar a la casa ese espíritu zen que se respira en cada rincón. Quizá la pieza estructural más sorprendente sea la gran plataforma de mármol travertino que parece atravesar los grandes ventanales para conectar el salón y la terraza de forma extraordinaria. Cubierta con grandes cojines forrados en piel, es uno de los lugares favoritos de la creadora, su familia y sus amigos (entre los que se encuentra el Dalai Lama) para aco­mo­darse y disfrutar de las fascinantes vistas sobre Central Park. “El parque es mi razón para vivir aquí. Adoro el contraste de la luz y el verde con los edificios. ¡Es mágico!”. El comedor, donde la simplicidad se adorna con piezas fascinantes, como el banco forrado con láminas de oro, es otro de sus espacios favoritos para compartir momentos familiares. Sus hijos y nietos son invitados habi­tua­les. “Mi familia es todo para mí, y cada elemento de mi casa está diseñado pensando en ellos”.

Los de­talles también son fundamentales y por eso en cada espacio están presentes el arte, los libros y los recuerdos de su marido, fallecido en 2002. “Mi casa homenajea a mi familia y a mis amigos, al arte y a la cultura, y contiene los recuerdos que forman la esencia de lo que soy”. Para los momentos de des­canso, Bonetti y Kozerski idearon un dormitorio sofisticado y relajante con sobrio mobiliario de te­ca que contrasta con las superficies blancas. Pero, además, proyectaron otra pequeña joya en una de las alas del apartamento que se reservó para crear el verdadero santuario de Donna Karan: su pro­pio spa; un refugio dónde encontrar la serenidad y el equilibrio, meditar y disfrutar en un ritual co­tidiano. “Practico yoga cada mañana y después tomo mi baño de vapor; aquí he tenido algunas de mis mejores ideas. Antes de irme a la cama, siempre procuro disfrutar de un masaje para relajarme”. Re­sulta difícil abandonar la sensación de paz que contagia este apartamento, aunque para recrearla siempre queda la opción de reservar una de las dos villas que Donna ha diseñado para Como Shambhala Estate en Pa­rrot Cay, en las islas Turks and Caicos (www.parrotcay.como.bz) y que in­clu­yen mayordomo, chef y es­pe­cia­lis­tas en tratamientos de spa. Una verdadera tentación para el cuerpo y la mente, made in Donna Karan.