Siempre he pensado que los sueños son el motor que da fuerza y sentido a la vida. Según sean tus sueños, así será tu vida, porque ellos forman parte del movimiento, de la ilusión y, me atrevería a decir, del éxito.


El sueño, como la verdad, no deja de ser una quimera y tiene que ser así para mantenernos despiertos en el día a día de la aventura vital que es el desafío de conseguirlo. Hay sueños humildes y prácticos, fácilmente alcanzables. Esos no llegan a ser del todo sueños, están en la antesala pero solamente son deseos. Están los sueños a medio plazo que forman parte de la realidad lógica y asequible con el esfuerzo personal. Éstos ya son más sueños-sueños y cuando se consiguen nunca quedamos del todo satisfechos, pero estamos orgullosos y felices. Finalmente se encuentran los SUEÑOS con mayúsculas, aquellos que te estremecen sólo con pensar en ellos. Siempre están cercanos a la utopía y nunca se encuentran solos, vienen acompañados de otros muchos que forman parte de nuestro dibujo vital perfecto.

Uno de esos grandes sueños más recu
rrentes es el que nos asoma la “habitación ideal”, aquella que nos define, que sabemos que existe pero que nos resulta totalmente inalcanzable. Personalmente tengo claras dos ha
bitaciones y otras varias más difusas. La primera está en una planta 50 de un rascacielos de una gran ciudad, con un gran ventanal de suelo a techo, como las que salen en las películas de ejecutivos y gánsteres. Y la segunda tiene que ver con el horizonte y el mar: sueño con una habitación con una gigantesca vista al mar en donde todas las tardes me siento a
 ver, solo o en compañía, siempre en silencio, como las olas dibujan en el aire miles de instantes irrepetibles y efímeros.

Ciuco Gutiérrez. Cantabria. 1956
Artista plástico.
Director del Máster Internacional de Fotografía 
Conceptual de EFTI. (Madrid).

www.ciucogutierrez.com