Nos pasamos las tardes de domingo buscando los destellos que inspiran la creatividad de nuestros diseñadores favoritos, no en vano, son los maestros en ayudar a otros a vivir bien. Pero, ¿qué sucede cuando un diseñador de interiores va a vender su propia casa?
En el caso de Karim Rashid, conocido como el diseñador industrial más famoso en "las Américas", tenemos la oportunidad de echar un ojo a su espacio: donde la noción del estilo contemporáneo (incluso que con un aire de minimalismo) debe ser desprovisto de color.
Rashid, responsable de diseños como la silla Oh de Umbra hasta las tapas de las alcantarilla "Millennium" en Nueva York o los interiores del restaurante Morimoto de Filadelfia, acaba de sacar a la venta su casa en Midtown West por 4,75 millones de dólares. La casa de 4 dormitorios y 4,5 cuartos de baño sirve como lienzo blanco para su colección de piezas descontroladamente coloridas, que podrían quedarse -total o parcialmente- en la casa, según Curbed.
El peculiar mobiliario de la casa incluye una cómoda de Rashid creada para BoConcept en 2012, un sofá estampado que formaba parte de una colección para Meritalia y una cama de la "Twee Collection".
Más allá de los toques de color de Rashid, la casa tiene los encantos deseables en una vivienda de lujo en Manhattan, como grandes ventanales, una terraza ajardinada y control climático durante todo el año. El baño principal tiene suelos de mármol Thassos con calefacción radiante, y una bodega que sirve como sala de medios, según la inmobiliaria.
De alguna manera, la casa misma refleja el proceso del diseñador: Coge algo simple y conviértelo en algo hermoso. Elimina las piezas de colores que hay por la casa y parecerá cualquier apartamento vacío, a excepción de los detalles más permanentes de fantasía, como una señal de neón verde en la cocina y una escalera rosa.
Seguro que esos detalles fueron los que le llamaron la atención a Rashid cuando compró la casa. Además, cada creativo necesita un lienzo en blanco para crear, y para un diseñador, un apartamento totalmente blanco es el lugar perfecto para comenzar.
