La casa de Mabel Sanz
Enamorada de su trabajo y amante de la cocina, esta sombrerera prodigiosa nos abre las puertas de su casa en Madrid y comparte con nosotros sus gustos y reflexiones.
Sus tocados y sombreros, que han desfilado con grandes modistos, muestran la faceta más vital, enérgica y alegre de Mabel Sanz. Como contrapunto, su casa, un refugio donde reina la madera, refleja su lado más íntimo y sereno.
Háblame un poco de tu casa: ¿la
reformaste y decoraste tú misma?
Es una casa maravillosa, en una zona
que estéticamente siempre me ha
gustado (Malasaña). Estaba vacía hacía mucho tiempo y la reformé junto con
mi hermano, que era pintor y había
trabajado con un ebanista... aunque
también contamos con un arquitecto.
Tiramos todo excepto una pared con estuco
y la carpintería de ventanas. Mi hermano
hizo los muebles y todo el trabajo de madera
con mi premisa: “Quiero que sea mi refugio”.
La madera da mucha paz, mucho silencio y
recogimiento... y quería que me rodeara.
¿Cómo definirías el estilo de tu casa?
Muy personal. Es como un nido confortable y amoroso que te recoge y te cuida.
¿Refleja tu personalidad?
Por completo. Cuando la gente me conoce,
ve mi taller, mi casa... el comentario es
siempre: “¡es una prolongación de ti misma!”.
¿Cuál es tu rincón preferido?
Cada uno me aporta una cosa. Si tengo que
elegir, la cocina porque me encanta cocinar y es como un laboratorio, como el taller...
¿Encuentras similitudes entre la
arquitectura y el diseño de sombreros?
Un sombrero es como una casita donde nos
protegemos cuando salimos de casa. Y la creación de sombreros también implica
una forma tridimensional de trabajar.
¿Qué diseñadores te gustan?
Philipe Starck. Y también Ingo Maurer, por sus lámparas; hace cosas muy modernas.
¿Cuáles son tus materiales preferidos para crear y para decorar tu casa?
Para decorar, la madera porque me parece noble. Para mis tocados/sombreros: seda, algodón, rafia... todos naturales y de calidad.
¿Qué hace único a un sombrero o a un tocado y a una pieza de diseño deco?
Que sea una pieza hecha con cariño, con las
manos. Cada sombrero es único, aunque
quisiera no puedo hacer dos iguales...
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