Al final del mundo
La casa de la interiorista Julie de Halleux parece formar parte de un paisaje virgen, tan lejano, que no figurara en los mapas. Ha creado su particular Arcadia mimetizada con el entorno a dos pasos de la cosmopolita Lisboa.
Las luces de Lisboa brillan en el horizonte que se contempla desde la casa Azoia. Parecen muy lejanas en este paraíso remoto que se levanta, sin embargo, a media hora de la capital portuguesa. Junto al Cabo Espichel, esta magnífica construcción forma parte de un entorno natural casi intacto, junto a un océano de olas prometedoras para los amantes del surf. Su propietaria e inspiradora, la interiorista belga Julie de Halleux, proyectó una casa sumergida en la naturaleza, con elementos locales deliberadamente toscos, una casa sostenible que se alimenta de paneles solares y de energía geotérmica. El arquitecto portugués Alexandre de Campos Godinho, del gabinete de arquitectura Enter, la construyó con hormigón y cemento Residecor e ideó un sistema de iluminación que procura una sensación de ligereza, como si flotara en el aire. El paisajismo es un trabajo coherente con la filosofía del proyecto. Se encargó a Alexandre Vaxelaire, de la firma Vaxelaire & Deckers, que utilizó únicamente plantas de la región con el fin de respetar el ecosistema del parque natural. El objetivo era que la vivienda fuera un elemento más del entorno, tal y como nos cuenta la propia Julie.
¿Proyectaste esta casa de principio a fin?
Sí, todo: la idea original, su ubicación en este lugar, el diseño de la vivienda, la selección de materiales y el interiorismo. También elegí los muebles, las obras de arte... hasta el último detalle decorativo. Todo está pensado.
¿Cómo concibes la decoración?
Es un marco de vida que refleja la personalidad del que lo habita.
En tu trabajo, ¿cuál es el recorrido hasta llegar a un resultado decorativo concreto?
Al principio de cada proyecto me imagino un estilo, una trama de fondo, una atmósfera, una historia a la cual me agarro. Me baso en el entorno o el estilo arquitectónico del lugar y, por supuesto, también en la personalidad de mis clientes.
En el caso de tu vivienda, ¿ha sido como pensabas?
El estilo de base de la casa es puro, cálido: eso lo tenía muy claro desde el principio. Pero uno siempre se va sorprendiendo con los juegos de luz y de volúmenes mientras se crea y se construye una casa.
Háblame de la paleta de colores...
Para esta vivienda, situada en un lugar tan impresionante, he elegido colores relacionados directamente con la naturaleza. El material de revestimiento empleado en toda la casa (Residecor) está inspirado en la corteza de los pinos del mismo terreno donde íbamos a construir la casa... Y para darle un poco de relieve, hemos acentuado esta base con tonos negros y colores naturales (ocre, tierra, cortezas de coco...). Quería que se integrara perfectamente en el entorno. Para otros proyectos, utilizo paletas de colores variadas, así como papeles pintados, efectos contrastados de materiales, etc.
¿Y los revestimientos?
Son acabados “brutos”, naturales. Las paredes irregulares se han cubierto con pátinas que le dan su estilo propio y mucho movimiento.
Hay pocos objetos y muebles... ¿menos es más?
Prefiero poner en evidencia algunos objetos bellos con fuerte personalidad, obras de arte y piezas únicas que tienen una historia que contar.
¿De dónde proceden las piezas?
Para la decoración, tuve el apoyo de varias galerías de arte y tiendas belgas. También hay piezas de procedencia portuguesa, muchas de ellas se adquirieron en la prestigiosa Galería Bessa Pereira, en Lisboa. También hay multitud de objetos y alfombras que hemos traído de Marruecos.
¿Tus fuentes de inspiración?
Estoy siempre atenta a todos los decorados posibles. Me inspiran las tiendas, las escenografías de los museos y de las películas, los distintos hoteles... Me impregno de los sitios que visito para crear cosas nuevas y, por supuesto, bellas.
De Bélgica a Portugal
Ha trabajado durante más de diez años en numerosos proyectos decorativos en Bruselas y solo hace dos que se instaló en este maravilloso enclave portugués. La interiorista Julie de Halleux emprende desde aquí interesantes trabajos de renovación de palacios, casas de campo y residencias junto al mar, pero le queda un sueño no cumplido: “un hotel-boutique en Nueva York, en un edificio histórico en el que mezclaría tradición y arte contemporáneo...” ¿Tal vez sea ese su próximo reto?
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