Escapada al paraíso
El magnetismo de Marrakech está vivo en esta casa, decorada por Victoria Melián, a las afueras de la ciudad. El resultado es un refugio idílico, un feliz reencuentro con la tierra, la naturaleza, la calma y el disfrute de los sentidos. ¿Se puede pedir más?
Desde siempre la luz de Marrakech ha seducido a artistas, fotógrafos, interioristas y más amantes de la belleza... Es una luz especial que embellece lo que alcanza y hace brillar la explosión de colores y texturas de sus esquinas, plazas, mercadillos... Probablemente ésta fue una aliada de la decoradora Victoria Melián y su estudio Melián Randolph en el proyecto de reforma e interiorismo de esta casa.
Todo empezó cuando una gran amiga suya de París le pidió que le ayudara a rehabilitarla. Se trataba de la casa de sus sueños que, tras una ardua búsqueda, había encontrado en las afueras de la mítica ciudad marroquí. “Mi amiga la vio por primera vez al atardecer, después de haber visto otras cuatro ese mismo día. Fue solo cruzar el umbral, llegar al primer patio y querer quedarse con ella. Se enamoró al instante y tuvo la sensación de que esta casa les estaba esperando”, cuenta Victoria. “Para mi amiga y su familia, ésta era una aventura que demuestra que hay más de una vida en una vida, y para mí era un nuevo desafío, ya que no había trabajado antes en el Oriente”, continúa Victoria.El paisaje marroquí, sin embargo, formaba parte de sus recuerdos de niña. “De pequeña viví en el sur de España, con vistas al Estrecho y a Marruecos en los días claros. Mi madre nos llevaba a pasar el día a Ceuta o a Tánger, y así sus colores, olores y sabores forman parte de nuestra infancia y nos siguen siendo muy familiares”, confiesa.
Construida hace 15 años, la vivienda aún conservaba en su fachada el charme exótico y el color de una casa de campo marroquí que fascinaron a los nuevos propietarios. El estudio de arquitectura de Michel Kergreis hizo el proyecto arquitectónico, y el paisajismo está firmado por Daniel Berger. En sus 500 m2, la casa es un refugio idílico que trae calma a sus habitantes, construido a la manera de la arquitectura tradicional de la zona. Se distribuye en torno a dos grandes patios centrales, de modo que el interior de la casa está comunicado con el exterior y disfruta del canto de los pájaros o del relajante sonido de las fuentes. También el dormitorio principal y la cocina tienen sus propios patios. Tras la reforma, la casa consta de una entrada con un aseo, un salón doble, un comedor, cocina, biblioteca, seis dormitorios con sus baños tipo suite y lavaderos en el sótano. Una azotea en el atalaya se convertirá pronto en una zona chill-out para disfrutar de las puestas de sol. Y un taller con un hammam brinda relajantes baños y masajes, para poner a todos los habitantes a tono con el espíritu plácido de la casa. Llena de rincones con encanto, la vivienda encuentra su gran baza en los espacios al aire libre, en especial, el gran porche frente a la piscina, diseñado por Victoria y su estudio de decoración Melián Randolph. Flanqueada de palmeras que se reflejan en el agua al atardecer, la piscina se duplicó de tamaño y ganó el color de las albercas marroquíes. Una iluminación exterior más moderna saca todo el partido posible al jardín, que fue rediseñado con exquisito gusto. Se plantaron nuevas especies: un olivar, una rosaleda blanca y se restauró el huerto. “El hecho de que la casa esté construida en torno a dos grandes patios le otorga la circulación de los claustros. Y los patios conservan el cántico de los pájaros”, señala Victoria. Se trataba de atraer la luz y la alegría, y con ese fin, ella y su equipo apostaron por un verde grisáceo para la carpintería exterior, un tono más fresco y ligero.
En el interior de la casa, la decoración es también una fiesta de color que se alimenta de la riquísima artesanía local, la cual, junto a la arquitectura tradicional marroquí y a los preciosos materiales autóctonos juegan un gran papel. Se añadieron chimeneas de obra a todos los dormitorios, y en éstos se abrieron puertas dobles hacia los jardines para crear una simbiosis entre interior y exterior.
Enraizada en la tradición marroquí y a la vez comodísima, esta casa es una versión sofisticada de las casas de campo de la región, asegura la interiorista
española. Los caminos son de piedra, de Ourika, los baños están hechos con zelliges, típicos azulejos esmaltados marroquíes, y las paredes, con tadelakt, el característico revestimiento de cal de Marruecos, muy apreciado por sus cualidades. El techo de cada dormitorio era diferente, y los materiales de sus vigas y artesonados procedían de diversos lugares del país, e inspiraron a Victoria para dar color a cada cuarto. “Mi amiga quería una casa más cómoda que las clásicas viviendas marroquíes, que constan de divanes en lugar de sofás y donde los muebles están pegados a las paredes. Me pidió colores suaves, muebles cómodos y una decoración tranquila”, señala Victoria.Encantados con su refugio, los propietarios viajan allí cada 15 días, la dueña tiene un taller de pintura y pasa largas temporadas en la casa, y Victoria les visita con frecuencia. Allí una agradable rutina les espera: “Por las mañanas, tras un desayuno de crêpes con miel, viene el paisajista para planificar el próximo proyecto. Después de dar un paseo por los alrededores, es el momento de un masaje en el hammam; más tarde, la piscina o una siesta a la sombra… El atardecer es perfecto para visitar los zocos de Marrakech, alrededor de la Plaza de Yamaa el Fna, visitar alguna galería de arte o tomarse el aperitivo en el Mamounia…”, nos cuenta la propietaria. ¡Una gozada!
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