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Una casa... Only for women

El arte (única y exclusivamente) firmado por mujeres es el protagonista de la casa londinense de Valeria Napoleone. La gran coleccionista nos explica el por qué.

By Ana M. Jiménez.
arte femeninopinterest
Paul Raeside/ Otto Archive/Photofoyer.

Cuando uno habla con Valeria Napoleone (y bucea en su biografía) enseguida se da cuenta de que no es una mujer al uso. Criada en el seno de una acaudalada familia de Lombardía, la italiana comenzó su colección de arte hace 18 años, cuando vivía en Nueva York. Hasta aquí todo normal, si no fuese porque dicha colección está integrada únicamente por obras de mujeres. La pregunta es obligada: ¿Por qué? "El mercado no confía en nosotras, a causa de la maternidad. Premia la producción rápida y, como consecuencia, ha habido, y aún hay, un montón de talento desaprovechado que pasa desapercibido. ¿Qué tienen las mujeres que no tengan los hombres? El anonimato en la historia del arte", explica la coleccionista. Por eso, en su apartamento de Kensington Gardens son las grandes protagonistas. Situado en un edificio victoriano diseñado por el arquitecto Philip Webb, en él las creaciones de Lily van der Stokker, Anne Collier o Rebecca Morris conviven con Valeria, su marido (Gregorio) y sus tres niños. "Mi compromiso con el arte es mi cuarto hijo. Se ha convertido en una presencia natural en nuestra vida familiar", cuenta. De hecho, se integra a la perfección con la arquitectura, plagada de hermosos detalles de estilo gótico.

Su amplitud y la altura de los techos han permitido a Valeria apostar por obras de tamaño arrollador. "Me encantan aquéllas que son complicadas de instalar, que imponen su presencia y te obligan a negociar con el espacio", dice. Cada una de ellas acompaña a los Napoleone 2 ó 3 años. "Nunca hemos realizado el «cambio total cada 2 años», como hacen muchos coleccionistas. Vivimos aquí y tenemos que ser prácticos. Además, me encanta la fluidez con la que se regenera la casa cada vez que llegan piezas nuevas. ¡Es emocionante!". Como también lo son sus veladas para artistas e instituciones. "Son muy interesantes porque invito a gente dispar. Y cuando se juntan las mentes creativas con una comida y un vino deliciosos y arte inspirador, suceden cosas mágicas. Todas las recetas son caseras, extraídas de mi Catálogo Exquisito (un libro de cocina que publicó en 2012)", presume orgullosa. Uno de sus proyectos más apasionantes, según confiesa, junto con la iniciativa ValeriaNapoleoneXX, que comisiona exposiciones de artistas femeninas en museos del Reino Unido y EE.UU.

Pero no sólo de arte (y cocina) vive Valeria. Su otra gran pasión es la moda: "la adoro, forma parte de mi ADN porque en Italia teníamos sastre y, desde los 6 años, mi hermana gemela y yo elegíamos nuestros propios tejidos y diseños. De hecho, todavía recurro a una costurera de allí que me hace las camisas de seda y los caftanes". De puertas para adentro, el (envidiable) entusiasmo vital de la señora Napoleone no decae, como bien refleja esta frase suya: "El alma de mi casa es la energía con la que la vivimos y la compartimos con nuestra gente".

Ilusión óptica

arte femenino
Paul Raeside/ Otto Archive/Photofoyer.

Ilusión óptica, creada por la escultura Statist: Seinem, de Kalin Lindena, y un óleo de Joanne Greenbaum. 

Lámpara

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Paul Raeside/ Otto Archive/Photofoyer.

Valeria Napoleone en el hall, bajo la lámpara Sunshine, de Pae White. Detrás, retrato Out of One's Head, de Ellen Gronemeyer

100% Stupid

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Paul Raeside/ Otto Archive/Photofoyer.

Este graffiti, de Lily van der Stokker, ilustra un rincón poblado de jarrones de Gaetano Pesce, algunos regalo del diseñador. 

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Cuadro de letras

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Paul Raeside/ Otto Archive/Photofoyer.

Cuadro de letras Anagram IV, de Tauba Auerbach; tras el sofá, obra de Rebecca Morris; en el suelo, escultura de neón, de Nina Canell, y en el arco, creación de Jill Spector. Chandelier, de Catellani & Smith.

Desde la infancia

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Paul Raeside/ Otto Archive/Photofoyer.

El arte no falta ni siquiera en el dormitorio infantil, con mobiliario, de Ikea, y la silla Ghost, de Kartell. Obra gráfica Second Time Around, de Anne Collier.

¡No a las tendencias!

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Paul Raeside/ Otto Archive/Photofoyer.

La coleccionista huye de ellas. Por eso ha elegido para este rincón un cuadro de Haegue Yang, Lacquer Painting Series 1, y la fotografía Joshi, Mystic Lake, de Katy Grannan.

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El club del diseño

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Paul Raeside/ Otto Archive/Photofoyer.

¿Los miembros? Mesa y sillas, de Cassina; candelabros Luis XIV, y butacas Statuette, de Cappellini, como los aparadores. Encima, obra de Dee Ferris. Chandelier modelo Taraxacum 88, de Flos, y bandera, de Kalin Lindena.

My happy desk

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Paul Raeside/ Otto Archive/Photofoyer.

Así es como llama Valeria a su pieza favorita: un escritorio de flores, con sillas a juego, de Lily van der Stokker. Al lado, escultura con ventiladores, Endless column, de Nina Canell. En la chimenea, Lacquer Painting Series 5 y 4, de Haegue Yang, y cerámicas, del gran Ettore Sottsass.

Impacto visual

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Paul Raeside/ Otto Archive/Photofoyer.

Obra en rojo y negro, de Rebecca Morris. Sobre la chimenea, cerámicas, de Sottsass, y en la vitrina, escultura de Rivane Neuenschwander.

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Educando la mirada

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Paul Raeside/ Otto Archive/Photofoyer.

Valeria, con sus tres hijos, flanqueados por las lámparas Nesso, de Artemide. Sobre el cabecero, pintura Colour Blanche, de Ghada Amer. A la izda., cuadro de Sue Thompkins.

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