Un piso decorado con arte y maestría
¿Puede la contención llevar al esplendor? Lo ha demostrado el interiorista Pablo Paniagua, orquestando con talento obras de arte del s. XX y mobiliario del s. XVIII. Pura armonía.
Si eres interiorista y ponen en tus manos la misión de crear un hábitat donde convivan piezas firmadas por Picasso, Manolo Valdés, Léger, Dubuffet... con una espléndida colección de mobiliario europeo de finales del siglo XVIII, puedes sentir vértigo o experimentar una mezcla de pasión y entusiasmo ante la magnitud del desafío. Esto último debió ocurrir al interiorista Pablo Paniagua, quien acometió, con sus acostumbrados rigor y cuidado por los detalles, el interiorismo y decoración de este piso de 350 m2 en el centro de Madrid, propiedad de una exigente coleccionista de arte.
Con tantos "divos" compartiendo el escenario, se requería una batuta hábil, conciliadora y mesurada. Pablo optó, acertadamente, por un planteamiento arquitectónico clasicista depurado. La consigna fue limpiar, despejar y simplificar la arquitectura de interiores, con el fin de dar visibilidad a los auténticos protagonistas: los muebles del XVIII y las obras de arte de los siglos XX y XXI, "una colección de arte ecléctica y rotunda", señala el decorador malagueño afincado en Madrid. De este modo, nos cuenta, "los techos se remataron con molduras clásicas, pero muy contenidas. Las carpinterías y los pavimentos se enfocaron en el mismo sentido, buscando con ello una austeridad que permitiera alguna licencia más teatral, como la del pavimento de la entrada, inspirado en el de la Plaza del Campidoglio en Roma".
La idea era que cada pieza tuviera el espacio suficiente para dialogar con el resto. Por eso, en lugar de llenar sin más los espacios, se intentó dosificar los elementos justos. Con el fin de dar continuidad y fluidez a los ambientes, la clave fue optar por una gama cromática que se extiende en toda la casa: seda en tonos plata y seda en color tabaco se alternan como suntuoso revestimiento de las paredes; también las tapicerías y cortinas se eligieron en ambas tonalidades, que son las mismas de las alfombras hechas a medida en lana cashmere sobre los suelos de piedra. El cóctel de lujosas texturas incluye también terciopelos, brocados, alabastro y madera natural, las cuales definen un espacio que envuelve con calidez a los habitantes de la casa. Otra elección eficaz de Pablo fue encontrar un conjunto de "eslabones" que conectaran las piezas más contemporáneas con aquellas de épocas. Estos nexos fueron ciertos muebles de diseño franceses del segundo tercio del siglo XX, algunos de cuyos modelos originales se instalaron en la casa y otros sirvieron de inspiración al estudio de Pablo para diseñar elementos a medida que encajan como un guante en el refinado espíritu de la casa. Misión conseguida.
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