Una casa "à la française"
En el corazón de Saint-Germain conviven el diseño italiano y la distinción parisina, en una atmósfera arty que invita a tomar una (o dos) copas de champagne. La creadora Marta Sala presenta su 'hogar à la française'.
Ni restas ni fracciones, este apartamento parisino es de suma simple; dos gotas de charm francés más un sutil toque de neo-modernismo italiano. El resultado: un extraordinario espacio bañado por la luz de la ciudad del Louvre, Montmartre y el Moulin Rouge, una ciudad cuya historia, arte y estilo han llamado a la puerta de este tercer piso, y Marta Sala, su dueña, no ha dudado en dejarlos entrar.
No encontrarás a Coco Chanel sentada en el sofá Elisabeth del salón y puede que tampoco croissants en la mesita Mathus, de bronce y mármol, pero si traspasas las puertas originales de la estancia podrás reflejarte en un espejo Renoir y pisar una opulenta alfombra Ludovico que descansa sobre un suelo de madera vintage. Te recibirá Marta Sala, una mujer (y empresaria) versada en diseño y nacida en Milán, en un noble nido de artistas, arquitectos y diseñadores. Sobrina de Luigi Caccia Dominioni, es heredera del legado familiar y dueña de este apartamento (y showroom) en el corazón de Saint-Germain-des-Prés, una joya que data del siglo XIX y mantiene intacto su inherente "Je ne sais quoi" francés con el espíritu de conservar cada imperfección y huella del paso del tiempo.
Marta habla de la creación como un juego que requiere constancia y, sobre todo, mucho humor: "Es necesario tomar un enfoque irónico de un diseño que se ha vuelto pomposo y moralista. Uno puede ciertamente exagerar las dimensiones de un sofá o combinar diferentes funciones y materiales en una sola pieza", y así lo vemos en su mesa (y también lámpara de noche) Megan o en el vistoso sillón Lavinia, tapizado en una tela color nácar de Pierre Frey Shanghai. Ella, que busca anular las reglas, lleva la confusión de épocas, tejidos y estilos a un prado sereno donde conviven el modernismo italiano de su firma, Marta Sala Éditions, con la distinción parisina más histórica y tradicional. Binomios, paralelismos y hasta paradojas, Marta Sala apuesta por los contrarios (a lo Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Mr. Darcy y el Sr. Wickham o los shinigami y la piedad), para enriquecer un lugar sofisticado lleno de mezclas seductoras que, además de propio, es ajeno. Marta, afable y cautivadora, da la bienvenida a amigos y clientes por igual, sus ediciones artesanales made in Italy son presentadas y disfrutadas junto a perpetuas obras de arte, coloridos macarons, una que otra delicatessen de la Fromagerie de Marie-Anne Cantin y, por supuesto, una copa de champagne, para así disfrutar de una amena experiencia à la française.
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