En mi nevera siempre hay tomates, pavo, jamón de york, naranjas y limones. Jamás compro platos prefabricados, de esos que metes en el microondas y ya están listos. De pequeño se me resistían los pimientos, pero lo tengo superado. Me arrepiento tanto de haber rechazado todos aquellos pimientos rellenos que se hacían en mi casa... Me cuido un montón, especialmente de lunes a viernes. Controlo el consumo de hidratos de carbono, proteínas y grasas. Nada más levantarme bebo casi un litro de agua caliente. Sí, en ayunas. Las primeras veces resulta un poco asqueroso, pero luego no puedes vivir sin ello: te limpia el organismo, es un gustazo. 

Para desayunar tomo lo mismo cada día: fruta, yogur y cereales con una cucharada de miel. Y dos o tres tostadas con muchísimo pavo, aceite y sal. Mi menú perfecto incluye sashimi de pez mantequilla con ensalada de tomate y ventresca de atún a mediodía y bacalao con un salteado de setas y espárragos trigueros para cenar. Me encanta poner la guinda con un cóctel, a poder ser, con un gin tonic con Bombay Sapphire. Si fuera un alimento, sería una guayaba. Verde por fuera y roja por dentro, con una corteza resistente y una carne jugosa pero llena de piquitos duros... En fin, una fruta complicada. Encargo comida a domicilio una vez a la semana (¡es mi día libre!). Por lo general, pizza o pasta.

Me declaro ultraomnívoro: los vegetales me gustan tanto como la carne y el pescado. Mi receta estrella es la pierna de cordero, aunque pasé por una etapa en la que, influido por un personaje que era muy cocinitas, intentaba lucirme con platos más complejos, que llevaban agar-agar o mousse de queso. Se me dan peor las legumbres. De hecho, cuando me meto en faena suelo necesitar la ayuda de Internet... Mi consulta más reciente al respecto tuvo que ver con los garbanzos y el resto de ingredientes del hummus. La comida en las redes sociales me interesa poco, igual que los blogs de perros, paisajes y niños. Aunque a veces cuelgo fotos de productos para que se vean tal y como son: una verdura en un plano muy corto, sin aceite y sin una iluminación profesional puede parecer cualquier cosa. Me atrae ese aspecto crudo. La atmósfera ideal a la hora de cocinar se crea con un disco de jazz y con una botella de vino abierta justo al final. 

El mejor restaurante para ir con amigos es Luzi Bombón, del grupo Tragaluz, en el paseo de la Castellana, 35. Para una primera cita me quedo con el peruano A&G (Ayala, 27) y con Goizeko (en el hotel Wellington, Villanueva, 34), un sitio de cocina tradicional vasca con un twist. Un destino gastro en mi agenda es Dinamarca. Y otro, Suecia. Lo más extraño que me han puesto en un plato ha sido tortuga. La probé en Kioto en el año 2007 y repetí en Londres en 2011. Está muy rica. Te da pena porque te la sirven en sopa y, al removerla con la cuchara, ves fragmentitos de piel del animal... Compartiría mi última cena con mis padres y mis hermanos. Los cinco vips con los que me sentaría a la mesa son Meryl Streep, el kick boxer japonés Yuya Yamamoto, el escritor Michel Houellebecq, la modelo Edita Vilkevičiūtė y el director Daniel Sánchez Arévalo, que es amigo mío: si la mezcla de gente se volviese explosiva, diríamos que nos vamos al baño ¡y nos piraríamos! (¡que es lo que solemos hacer!)