La provincia de Cáceres es tierra de aventureros, envidiables paisajes y ciudades Patrimonio de la Humanidad. Aunque la fama se la lleva la primavera por sus cerezos en flor, es ahora cuando los castaños, las setas y los viñedos se muestran en todo su esplendor.

Nuestra ruta comienza en La Vera, a los pies de la sierra de Gredos. Aquí se agolpan los árboles y se suceden las pozas, los arroyos, las cascadas y los riachuelos conectados con el río Tiétar, elemento clave para el nacimiento de su famoso pimentón. La primera parada es Villanueva de la Vera, un pueblo eco-hippy con un estilo de vida saludable, cien por cien orgánico.

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Aquí está La Cerradilla (Av. de la Vera, 145), con decoración retro y cocina internacional casera. Por eso, no es raro ver a lugareños disfrutando de un pad thai o un risotto con setas, junto a platos autóctonos como su estofado de ternera extremeño o sus croquetas de puerros y mozzarella.

Siguiendo por la carretera, aparece Jarandilla de la Vera. Sabrás que has llegado cuando veas el impresionante castillo, ahora convertido en Parador. Al bajar por una de sus calles se encuentra Ruta Imperial (Machoteral, s/n), un restaurante-hotel con estupendas vistas a la sierra. El dueño es amigo del chef Quique Dacosta, extremeño enamorado del Mediterráneo, y nos confiesa que la receta de la tarta fina de manzana, espectacular, es obra del poseedor de 3 estrellas Michelin.

El top ten de los fogones

El pimentón que verás es artesanal y, para que sea de excelente calidad, debe ser plantado en la vera del río Tiétar o el Alagón, recolectado en su punto óptimo y secado con leña de encina o roble.

Termina el día con una excursión a Garganta la Olla, entre montañas. El camino más bonito es la carretera que pasa por el cementerio militar alemán, creado en honor a los soldados germanos fallecidos durante las dos guerras mundiales, y por el majestuoso Monasterio de Yuste, escenario de los últimos días de Carlos V.

Al llegar a destino, recorremos su pequeño barrio judío, su iglesia, nos hacemos un selfie en la calle Rincón Llana y probamos unas deliciosas castañas asadas antes de poner rumbo a la Vaquería CantaElGallo, en Jaraíz de la Vera.

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De Trujillo han salido nombres tan importantes como Pizarro y Orellana pero, además, es conocida por la prestigiosa Feria Nacional del Queso, así como por las mejores bodegas de vinos de la región. El núcleo gastro se desarrolla junto a la Plaza Mayor, en sitios como El Corral del Rey (Plazuela del Corral del Rey, 2), el lugar perfecto para darse un homenaje con croquetas de perdiz y setas para después disfrutar de un retinto o un rabo de toro. De postre, son típicos los higos rellenos y cubiertos de chocolate.

A escasos metros se encuentra Deleite, otra parada obligada. Te recomendamos disfrutar de un vaso de vino de Pagos de Mirabel (Bodegas Mirabel. Tel. 927 32 31 54), que ha recibido varios premios, y acompañarlo de los quesos de Finca Pascualete (Polígono de la Dehesilla, s/n), hechos de manera artesanal con sus propias ovejas. No te pierdas el Pastura, su versión con trufa en el interior. Por la noche, el pincho de tortilla del Hostal Emilia (Plaza del Campillo, 28) puede ser una excelente opción, así como una copa en Gloss (Plaza Mayor, 7), con vistas a la plaza iluminada.

Al día siguiente, hacemos una parada en la tienda de la decoradora Belén Lacalle (Pavo, 11), con una gran variedad de menaje, manteles, telas, sillas y cojines en su pequeño local de doble altura.

Cáceres, capital 'gastro'

Llegamos a la monumental Cáceres, Capital de la Gastronomía 2015, donde se entremezclan pasado y vanguardia. En la zona medieval se encuentra el restaurante Torre de Sande (Condes, 3), con uno de los mejores retintos de la ciudad. Cerca aparece La Cacharrería (Orellana, 1), un divertido local para tapear a base de croquetas patateras o bacalao con morcilla de Guadalupe. El último en llegar a la lista gastro es Trinidad (Pizarro, 21), un espacio en el que el arte sacro se respira en los crucifijos de las paredes, en el vestuario de los camareros y hasta en el olor a incienso. Pide su pulpo con revolconas, que podrás quemar en la Fundación Helga de Alvear (Pizarro, 8), cuatro pisos con estupendas obras de arte que llevan el marchamo de la galerista. Termina con un café en la terraza del Mastropiero (Fuente Nueva, 4), con su llamativa palmera.

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Los adictos al dulce no se pueden ir sin probar mojicones o perrunillas. Los mejores son los de las monjas del Convento de San Pablo (Plaza de San Mateo, 2) o los de la centenaria Pastelería Isa, en la Plaza Mayor. A diez minutos, en el nº 30 de la calle Pintores, está Degusta San Juan, en cuyas estanterías conviven marcas conocidas, como los vinos de Habla, con otras de reciente aparición, como el aceite Jacoliva.

El Universo atrio

Si dispones de tiempo, otro restaurante con excelente reputación es Oquendo (Obispo Segura Sáez, 2). Regentado por un vasco, cuenta con unos judiones con almejas dignos de ser probados.

La última parada de esta gastroruta es Atrio, un hotel vanguardista de la cadena Relais & Châteaux. El edificio, cuyo proyecto corrió a cargo del estudio Mansilla y Tuñón, es una oda al estilo de vida. Engloba un restaurante con dos estrellas Michelin, tres soles Repsol y un Grand Award a la mejor carta de vino del mundo y una de las mejores bodegas del planeta. Su chef, Toño Pérez, prepara platos como la cigala verde con pan de algas y aceite de oliva sólido o el solomillo de retinto en dos pases –en tartar con sorbete de mostaza y asado con costra crujiente de hierbas–. Probarlo es jurar amor eterno a su creador. ¿La guinda? Una cereza falsa –gelatina con rabito de chocolate negro– con la que ponemos punto final al viaje.

Extremadura práctico

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CÓMO IR: Para llegar desde Madrid a Villanueva de La Vera, primera parada de la ruta, toma la R-5 y la A-5. En la salida 148 enlaza con la CM-5102 hasta tu destino.

DÓNDE DORMIR: Hotel Casa de Orellana (Palomas, 5-7). Aquí nació el explorador extremeño Francisco de Orellana, que da nombre a este hotel de tan solo cinco habitaciones decoradas por Duarte Pinto Coelho.

DÓNDE COMER: La Vaquería CantaElGallo. A 1km de Jaraíz de la Vera y en plena naturaleza, ofrece cursos de arreglo foral y de fabricación de mermeladas. Restaurante-Hotel Atrio. Un auténtico placer para los cinco sentidos en el corazón del casco antiguo de Cáceres, con platos como ostra con infusión de melisa y apionabo. El Corral del Rey. Este restaurante de Trujillo está especializado en asados y carnes a las brasas. Torre de Sande (Cáceres). Prueba sus tres tipos de paté a modo de aperitivo de cabracho, de aceituna negra con anchoa y de ave.

QUÉ COMPRAR: Fábrica de Pimentón de la Vera. Su nueva marca, Las Hermanas, cuenta con versión dulce, agridulce y picante y ofrece tres variedades: Jaranda, Jariza y Jeromín.