Todos rechazamos alguna vez a alguien, y a todos nos rechazan. Y no es plato de buen gusto, sobre todo si estás enamorada de esa persona, te habías hecho muchas ilusiones o, simplemente, no te lo esperabas. Orgullo herido, frustración, tristeza, agobio, vergüenza y hasta ganas de vengarse en las RRSS. Si ya has pasado por ello, sabrás lo duro que es. Y para que la próxima vez puedas no te pille sin "armas", hemos hablado con la coach Natalie Viñolo, de Stop.CoachandGO.

¿A quién no le han dicho alguna vez eso de "no eres tú, soy yo", "no siento lo mismo que tú" o "creo que lo nuestro no va a ninguna parte"? Según la coach, en ese momento "se inicia una guerra contra nosotros mismos para luchar contra el rechazo, puesto que inicialmente solemos tomárnoslo como algo personal". ¿Por qué no le gusto? ¿Que debo cambiar para gustarle? ¿Qué necesita que no he sabido darle?... Son preguntas que solemos hacernos y, como dice Viñolo, "surgen oleadas de pensamientos autoinvalidantes, saboteadores, de juicios constantes, desvalorizándonos, minando nuestra autoestima". "Cuando nos rechazan, hay que tener en cuenta que el rechazo depende del otro, no de nosotros y forma parte de los riesgos del juego de la seducción", añade.

Hair, Face, Photograph, Facial expression, Beauty, Skin, Long hair, Hairstyle, Black hair, Friendship, pinterest
Getty Images

¿Cómo gestionar esta situación para que no nos haga tanto daño? La coach nos da una serie de premisas:

No tomárselo personalmente. El que te rechaza es el otro y no depende de ti. El otro es libre de decidir y su decisión es igual de valiosa que la tuya. Por lo tanto, no queda más remedio que aceptar una decisión que nada tiene que ver con lo que somos o hacemos. "No me están rechazando por ser quien soy, el rechazo viene del otro".

Aceptarlo. Mientras no aceptemos, somos susceptibles a cometer todo tipo de imprudencias temerarias, del tipo bloquearle en el Wapp, comentarlo en RRSS o bien intentar por todos los medios conquistar lo inconquistable. Cualquiera de las opciones nos indica la no aceptación. Inconscientemente nos vamos a crear unas expectativas que son falsas puesto que ya nos han comunicado que no quieren estar con nosotr@s como nos gustaría. Para el coaching, estaríamos tolerando la decisión del otro, la soportamos hasta un determinado limite. Cuando dicho limite se alcanza, reaccionamos en consecuencia y actuamos posiblemente de forma que nos arrepintamos con el tiempo. Si aceptamos, aprobamos, damos por bueno y nos liberamos de una carga que no es nuestra.

No dejar que la situación nos supere. El rechazo puede minar la confianza en uno mismo. Es importante no olvidar que cada uno es diferente y no podemos pretender ser amados por todos. Somos únicos e intransferibles. En algún momento de nuestras vidas nosotros también rechazaremos a alguien o algo. No somos correspondidos no por quién o cómo somos, sino por la decisión del otro.

White, Photograph, Bed, Room, Wall, Bed sheet, Bedroom, Shoulder, Interior design, Textile, pinterest
Getty Images

Aprovechar la ocasión. Un rechazo puede ser una oportunidad para valorar otras cosas. Para ganar hay que saber perder a veces. Es el momento de pararse a pensar qué es lo que me gustaba del otro, qué es lo que buscaba, y por ende, qué es lo que estoy necesitando yo, que no tengo. Puede ser un buen momento de reflexión y de conexión con uno mismo. No hay que olvidar hablarnos a nosotros mismos como nos gustaría que nos hablasen. La Comunicación No Violenta (CNV) dice que detrás de todo sentimiento hay una necesidad oculta que debe ser satisfecha. Es un buen ejercicio preguntarse qué nos pasa ante el rechazo, cómo nos sentimos. Una vez satisfecha la respuesta, hay que indagar en qué es lo que estamos necesitando, para poder continuar libres de cargas emocionales. Escucharse requiere tiempo y no siempre es fácil.

No dramatizar. Todos tenemos un niño interior que cuando no consigue lo que quiere, patalea. Está bien que salga un rato, pero no hay que alimentarlo más de la cuenta. Tras la pataleta, viene la calma. La situación es la que hay, no hay caramelo, habrá que buscar la piruleta…

Controlar la ira. La ira contra los demás tiene poco poder y consume mucha energía. Es la señal de que hemos perdido contacto con nuestras necesidades y que nos hallamos ocupados juzgando. No hay duda alguna de que cada persona se comporta como se comporta, pero la forma en que actuamos y pensamos sobre ello viene de nosotros y eso es lo que marca la diferencia. Pensar que nuestros sentimientos los causan los demás representa una gran fuente de violencia. "Al hacer a alguien responsable de nuestros sentimientos, añadimos a su vida la carga de la nuestra y renunciamos a nuestro poder" (Anne Van Stappen).

Como dice la coach, "dejaremos de vivir el rechazo en el momento en que nos aceptemos como somos, respetando nuestros valores, escuchando nuestras necesidades, asumiendo nuestras decisiones, cuidándonos y escuchando tanto nuestras palabras como nuestro corazón". "Dejaremos de lado el rechazo cuando por fin nos aceptemos y nos queramos por lo que realmente somos", subraya.