Tengo 40 años y nunca, hasta ahora, había visto ningún capítulo de 'Friends'. Vaya por delante que soy del planeta Tierra y que siempre he vivido en España, así que no pasó nada raro en mi vida: simplemente, no la vi. Entre 1995 y 2005, me dediqué a terminar mi carrera, hacer prácticas, encontrar trabajo, comenzar a salir con mi pareja, viajar y mudarme de casa de mis padres. Nada fuera de lo común.

No penséis que estaba leyendo libros de Proust y viendo cine iraní. Mi vida era muy normal, pero ni mis amigos de la facultad, ni los del barrio, ni los de mis primeros trabajos veían la serie, así que no era nunca tema de conversación. Hasta que llegué a Elle.es y resulta que todos mis compañeros son fans. Ajá. Y hablan de capítulos. Y equiparan momentos concretos de su vida, o del trabajo, a escenas de 'Friends'. Me sentía perdida.

Así que un día mi jefa me propuso un reto: "¿Por qué no ves algunos capítulos de 'Friends' y cuentas tu experiencia?". ¿Por qué no? Aprovechando que los echan todos en Comedy Central, grabé tres capítulos de la temporada 7, concretamente los 7, 8 y 12, es decir: "El del libro de Ross", "En el que a Chandler no le gustan los perros" y "El que se quedan despiertos toda la noche".

Lo primero que pensé viéndolos es que se agradecen estos formatos, que hacía mucho tiempo que había borrado de mi cabeza. La 'sitcom' simpática de los 90, dinámica, de diálogos cortos, sin ningún tipo de complicaciones ni argumentos demasiado elaborados, pero con una cosa que a las series de hoy en día, lamentablemente, les falta: ritmo. 'Friends' tiene ritmo, y mucho. Es tan rápida que hasta los 'sketches' más aburridos ni se hacen sentir, y todo ello se agradece.

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Los diálogos son, por lo general, ingeniosos. Me gustó ver que se estructuran en escenas cortas y que, cuando hay un chiste, se corta con la risa de fondo, no se prolonga esa risa, como sucede en otras series de la época tipo 'El príncipe de Bel Air'. Me reí con varias de las situaciones y me sorprendió ver que muchas de las historias que plantean no han envejecido.

Este es otro de los logros de la serie. A pesar de que el propio formato ya casi ha desaparecido, no hay prácticamente nada que acuse el paso de los años: el vestuario (al que ya nos hemos referido en ELLE), la decoración de las casas, la problemática... Los únicos que han envejecido, lógicamente, son los actores, a los que se les ve como unos auténticos pipiolos (y eso que he visto unos capítulos del año 2000).

Hablemos de los actores. Sentí cierta extrañeza al 'analizar' cada uno de ellos. Por ejemplo, es cierto que Jennifer Aniston se ha quedado encasillada en su papel de Rachel. Podía estar viendo 'Friends' o cualquiera de sus películas, da igual; sus gestos y su manera de interpretar son siempre los mismos. Matt LeBlanc borda el papel de Joey, excesivo en ocasiones en su torpeza pero que realmente se hace querer (no tanto como para que tuviera su propio 'spin-off', ¿por qué?).

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El personaje de Ross Geller, a cargo de David Schwimmer, me dio un poco igual. No me entusiasmó nada, realmente (quizás fueron los capítulos que vi), se le ve demasiado enfrascado en su caracterización como intelectual y eso le resta frescura. El peor papel de los seis, sin duda, el de Lisa Kudrow como Phoebe. Sí, hemos visto ese rollo inocentón un montón de veces, pero ella lo hace un poco molesto (pensé que era el doblaje, pero en versión original tampoco funciona).

Los que sí funcionan, como pareja y por separado, son Monica (Courteney Cox) y Chandler (Matthew Perry). Resultan creíbles y mesurados en sus papeles; repasando su filmografía, realizan interpretaciones no encasilladas, hacen buena pareja, querrías ser realmente amigo de ellos... La verdad es que fueron los que más me gustaron.

¿Repetiría? Pues capítulos sueltos, creo que sí. Puedo entender también a la legión de fans que tiene la serie, pero creo que no podría citarme entre ellos. Quizás pese demasiado mis cuarenta años, pero el formato -a pesar de su frescura y de la nostalgia que despertó en mí- se me queda un poco corto, y cuenta historietas que ya han quedado bastante atrás en mi trayectoria vital. Sin embargo, lo bueno de series tan aplaudidas como esta es que "I'll be there for me", y que siempre podré recuperarlas. ¡Reto superado!

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