Puede que las personas que recurren a la fecundación in vitro piensen que este método siempre acaba con un final feliz. Sin embargo, en países como el Reino Unido, el porcentaje de éxito entre las mujeres menores de 35 años que se someten a este tipo de tratamiento es sólo del 33%.

Eso significa que 67 de cada 100 mujeres, independientemente de su edad, tienen que repetir el tratamiento o deciden explorar otras opciones.

Para las personas que deciden cambiar de tratamiento, hay otras alternativas como los bancos de semen, la adopción, la acogida... Sin embargo, es una cuestión en la que no es bueno precipitarse.

¿Cuándo es el momento adecuado para interrumpir el tratamiento?

Esta es una pregunta que suelen hacerme todas las parejas que deciden probar la fecundación in vitro. Lo cierto es que no existe un "momento adecuado" para interrumpir un tratamiento de FIV y probar con algo diferente y, al contrario, cualquier momento puede ser el "adecuado". Para algunos las probabilidades de éxito pueden parecer escasas o el coste económico ser demasiado alto, pero si las posibilidades de éxito existen y se dispone del dinero necesario, no es fácil tomar la decisión de interrumpir el tratamiento.

Yo diría que las personas que se sienten así no están preparadas para tomar una decisión. Aunque pueda parecer algo demasiado simplista, yo les aconsejaría que escuchen lo que les dicta su interior, porque cualquier opción que nos parezca ligeramente más "correcta" que otra, nos investirá con la fortaleza necesaria para hacer frente a todas las dudas que, sin duda, nos asaltarán.

El consejo de los especialistas puede ayudarte durante el periodo de tiempo que transcurra hasta que tomes la decisión que consideres oportuna. A veces, hablar con los amigos y los familiares puede ser útil, pero no dejes que sus opiniones influyan demasiado en tu decisión, ya que esto puede afectar negativamente a una situación ya estresante de por sí. Siempre es mejor acudir a un profesional, que te ayudará de forma objetiva.

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Asumir tu decisión

Para la mayoría de las parejas o de las mujeres que acuden a estos métodos de concepción, comenzar el tratamiento puede suponer la pérdida de la ilusión que conlleva concebir de forma natural y cuando, además, se decide no continuar con el tratamiento es natural que nos asalte un sentimiento de tristeza.

Es algo que ocurre tanto en los casos de infertilidad primaria como en los de infertilidad secundaria. Este sentimiento de tristeza puede, además, provocar una montaña rusa de emociones en la que se distinguen diferentes etapas:

  • Estado de shock. Acompañado de la sensación de miedo y confusión, ya que no podemos creer que esto nos esté ocurriendo a nosotras.
  • Ira. Seguida de ansiedad y vergüenza, aspectos nada positivos que pueden agravarse si somos conscientes de que los demás nos ven en esta situación
  • Depresión e indiferencia. Sentirnos superadas por la situación y caer en una depresión, es algo normal. Sin embargo, la indiferencia puede ayudarnos a que la situación nos parezca más llevadera, al no sentirnos parte de ella.
  • Diálogo. Habla contigo misma y con otras personas. La comunicación no verbal y nuestra intuición también juegan un papel muy importante
  • Aceptación. Encuentra sentido al momento que estás viviendo, no es necesario que te sientas contenta, sólo acéptalo y manéjalo lo mejor que puedas
  • Ser consciente de los altibajos y afrontarlos con la ayuda de los demás, en lugar de luchar contra ellos, puede hacer que te sea más fácil aceptar la situación.

Aceptación

Aceptar la realidad puede llevarte a que te plantees otras opciones o a que te centres en ti misma y te cuides más.

Aunque llegada a este punto, tengas la sensación de haber llegado al final del camino, no te cierres todas las puertas. A veces es bueno darnos un poco de tiempo y espacio para explorar las otras opciones que tenemos al alcance de nuestra mano. No dudes en buscar asesoramiento especializado.

Tracey Sainsbury es asesora en reproducción asistida en la Lister Fertility Clinic de Londres.

Vía: Netdoctor