Hace poco tuve que enfrentarme a un dilema. Hacía seis meses que me había casado y me pareció un buen momento para compartir en Instagram una de mis fotos favoritas del día de mi boda: mi marido y yo riéndonos a carcajadas mientras caminábamos tratando de no pisar los excrementos de caballo que había por todo el suelo. ¿Seis meses es tiempo suficiente? pensé. En su momento ya publiqué algunas fotos y la foto de mi perfil de Facebook está sacada también de mi boda ¿pensará la gente que soy una nostálgica o quizá una egocéntrica?

Decidí publicar la foto, pero en seguida me invadió un sentimiento de angustia propia de los tiempos en que vivimos: no quería ser ese tipo de chica que está constantemente publicando fotos de su boda, incluso después de que hayan pasado varios años, y utiliza cualquier fecha como excusa para hacerlo.

A la gente no le suele gustar ese tipo de personas que se dedican a publicar por publicar en internet sin detenerse a reflexionar por qué lo hacen. En los foros de bodas se critica a estas mujeres que, incluso antes de la ceremonia, ya empiezan a subir fotos de manera compulsiva . En varios de estos foros se ha llegado a la conclusión de que se trata de una forma de llamar la atención. Alguien sugería responder a este tipo de publicaciones de la siguiente forma: "Lo hemos pillado. Te has casado".

En una isla desierta, esto estaría bien. Pero Instagram no es precisamente una isla desierta, es una especie de megáfono visual, donde las fotos se comparten con cientos de seguidores (muchos de los cuales seguro que no te han invitado a su boda). Cuando recuerdas ese día tan maravilloso y romántico, tu nostalgia hará que tus amigas, inevitablemente le den al "me gusta", porque te quieren y porque los seres humanos tenemos tendencia a darle dos veces a algo que encontramos visualmente atractivo, sobre todo, si nos toca la fibra sensible.

Instagram ha cambiado, sin duda, nuestra forma de actuar y ahora no dudamos en sucumbir a todo aquello que signifique autocomplacencia. Con programas como Photoshop, sometemos de buena gana nuestras fotos a filtros que sacan lo mejor de nosotras, nuestro perfil bueno o nuestros mejores vestidos junto a platos de comida que seguramente ni probaremos. Es un comportamiento pavloviano; recibir un "me gusta" nos hace sentir bien. Así que cuando, de repente, te encuentras con que tienes un montón de fotos que reflejan lo mejor de ti, sabes que tienes garantizados esos "me gusta". La nostalgia puede convertirse en una evocación sentimental del pasado, pero también en un mecanismo para afrontar el ineludible paso del tiempo. Lo más curioso de expresar nuestra nostalgia en Internet es que se nos recompensa por vivir en el pasado.

No hay ningún método infalible para mantener la discreción a la hora de publicar tus fotos de boda en Instagram. Hablando con algunas amigas llegamos a la conclusión de que hay unas reglas no escritas cuando navegamos por las redes sociales después de la boda. Son personas muy empáticas, como yo (eso creo) a las que por supuesto les gustaría contemplar las fotos del día más feliz de tu vida, en el que tú, tu pareja, tus amigos y tu familia sois tan felices. No cabe duda de que publicarás las fotos varias veces para recordar un día verdaderamente especial. Pero llegará un momento en el que todo el aura que rodea a los recién casados se desvanezca (esto sucede aproximadamente al año de celebrarse la boda) y las fotos parecerán cuando menos... excesivas.

Es normal que en ciertos momentos de nuestra vida nos embargue la tristeza e incluso el dolor, una vez que las expectativas que teníamos se confundan con la rutina. La sociedad (erróneamente) nos enseña que cuando te casas o cuando tienes un hijo son los momentos más importantes de nuestra vida. En realidad hay miles de momentos más importantes pero, con esa presión, algunas personas sienten que no pueden dejar pasar estas oportunidades de reafirmación personal en plan: mirad qué feliz soy.

También deberíamos plantearnos la cuestión de por qué publicamos tan pocas imágenes que celebren el presente, el día a día de la vida de casada. Estas imágenes incluso suelen ser más divertidas que las del día de tu boda, por el simple hecho de que son más humanas. Lo mejor de aquel día era lo que te esperaba después de toda aquella sesión de fotos: una vida llena de recuerdos. ¿Valen menos esos recuerdos, porque con ellos no conseguirás ningún "me gusta"? Yo diría que todo lo contrario y las personas que te siguen, y que de verdad te aprecian, estarán de acuerdo conmigo.

Cuando quiero experimentar en el terreno del vacío existencial, me pregunto por qué publico en Instagram y me siento en parte culpable de las transgresiones que se producen en las redes sociales ¿quién no lo es? Hace años, todo el mundo tenía un álbum de fotos del día de su boda y sólo lo enseñaban a las personas más allegadas. E incluso entonces, no se obligaba a estas personas a que lo vieran. Cuando lo hacías, la única aprobación que recibías era verbal y efímera, como en el día de tu boda, a diferencia de lo que ocurre con el día a día dentro de tu matrimonio.

Vía: ELLE US