Hace solo siete años, si mencionabas en Hollywood el nombre James Franco te fundían con la mirada. ¿La culpa? Una 'accidentada' gala de los Oscar que presentó junto a Anne Hathaway y que no gustó a nadie. Se intentó acercar el evento al público más joven, haciendo guiños a las redes sociales a la vez que empleaban un tono más relajado, pero no funcionó.

Fue una de las retransmisiones con menos audiencia de los últimos años, y le echaron la culpa a Franco y a su errático comportamiento sobre el escenario, que muchos relacionaron con un supuesto consumo de drogas entre bambalinas.

Derrotado, James Franco se retiró al ámbito educativo, donde se mueve como pez en el agua. Tiene tres licenciaturas y ha sido profesor en la New York University, centro en el que los estudiantes se 'pegaban' por conseguir una plaza en su curso 'Directing the Thesis', en el que Franco les orientaba sobre cómo convertir en largometraje una idea que tuvieran en la cabeza.

James Franco ha subido y ha bajado en el imaginario colectivo, en el que lleva presente más tiempo del que creemos. Tiene 39 años, dos décadas de carrera en el cine y ¡144 títulos como actor! Sí, sale a unas siete películas, series, telefilmes o lo que sea cada año. Es enormemente prolífico, porque además ha dirigido ¡36 películas! y también ha tenido tiempo de protagonizar campañas para Gucci o Zalando (realizándose su propio spot). ¿Por qué? Es adicto al trabajo, afirma, para alejarse de otras adicciones.

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Su estallido 'mainstream' fue su interpretación magistral aparentemente bueno Harry Osborn en 'Spider-Man' (Sam Raimi, 2002), película en la que, si teníamos que elegir entre él y Tobey Maguire, no dudábamos en pasarnos al lado oscuro. Por cierto, que élfue a hacer el casting para el papel de Peter Parker. Gracias, director de casting.

Nació en 1978, en Palo Alto, hijo de un hombre de negocios de Silicon Valley y de una escritora. En la escuela sobresalía en matemáticas, pero decidió continuar su carrera por el ámbito de las letras y matricularse en la UCLA en Inglés. Mientras tanto, visitó el calabozo unas cuantas veces: bebió siendo menor de edad, hizo graffittis, revendía a sus compañeros de clase perfumes robados...

Uno de sus rasgos fundamentales, la timidez, se la quitó matriculándose en clases de interpretación en la universidad. Ser actor se convirtió en su obsesión, lo que no impidió que se acabara graduando con honores. Para James, hacer castings y estudiar fueron perfectamente compatibles con trabajar en el McDonald's.

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Su primer papel gordo fue en 1999, en 'Instituto MacKinley', una serie que, de poco que duró (una temporada) y del reparto que tenía (Seth Rogen, Samm Levine, Jason Segel, etc) se convirtió, cómo no, en obra de culto. Las miniseries se sucedían hasta que tuvo la oportunidad de interpretar a James Dean en un biopic sobre el fallecido actor, por el que ganó un Globo de Oro.

Y las comparaciones son odiosas, pero ¿quién mejor para interpretar al artista malote y guaperas?

Esta reflexión debió hacérsela mucha gente en Hollywood, porque luego llegó 'Spider-Man' y todos supimos quién era Franco. Y también lo supo el mismísimo Robert De Niro, quien le eligió personalmente para ser su compañero en 'Condenado', donde daba vida a un adicto a las drogas. Fue Tristán en el 'reboot' de Tristán e Isolda, para lo que aprendió esgrima y a montar a caballo. Y hasta se sacó la licencia de piloto para rodar 'Flyboys: héroes del aire'.

Todas las partes de 'Spider-Man', 'En el valle de Elah', 'Mi nombre es Harvey Milk'... Los títulos de éxito se sucedían al mismo ritmo que su faceta de director descendía al más profundo de sus precipicios. En 2011, el año de inflexión en el que le eligieron como presentador de los Oscar, estaba nominado como Mejor Actor por '127 horas'.

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A raíz de entonces, y a pesar de que siguió en papeles de renombre ('Lovelace', 'Oz, un mundo de fantasía', 'La reina del desierto'...), el planeta solo prestaba atención a sus escándalos. Que si se dormía impartiendo clases. Que si se fotografió desnudo en Instagram (y lo quitó a la hora). Que si luego publicó en sus redes una foto con un amigo actor. Que si había acosado sexualmente a una menor.

En fin, que en todo este sarao de 'performances', películas e incluso exposiciones –porque Franco también pinta–, le dio por leerse la historia de Greg Sestero sobre cómo se rodó 'The Room' (Tommy Wiseau, 2003), considerada por algunos la peor película de la historia (de este concepto tendríamos mucho que hablar). Y allí encontró el filón para 'The Disaster Artist', la película con la que Franco va a entrar (de nuevo) por el Pórtico de la Gloria hollywoodiense.

"James Franco habla de la fuerza del amor, fuente inagotable de recompensas y sacrificios, en la que todo se daría por la persona amada. Magnífica combinación, amor y cine, ¿qué más se puede pedir?, en una de las comedias del año que arranca continuas carcajadas con un excéntrico y enigmático personaje, excepcionalmente bien interpretado". Lo dice 'Fotogramas'. Y lo ha rubricado el Festival de San Sebastián, donde acompañado por su hermano Dave ha conseguido la Concha de Oro y los aplausos de público, crítica y jurado.

'The Disaster Artist' se estrenará en España el 26 de enero, así que todavía nos quedan casi 4 meses para disfrutar de la que, dicen, y con permiso de 'Blade Runner 2049', que se llevará todos los Oscar en esta edición. Y Franco, seguro de sí mismo, ríe, mientras John Malkovich le aplaude en el escenario donostiarra y otros van callando las bocas con las que 'crucuficaron' al sempiterno 'enfant terrible' del cine actual. Bravo.

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